Saturday, February 21, 2015

Óscars 2015: las películas nominadas

Boyhood: Quiero que gane Boyhood y parece que así será. Quiero que gane no porque sea "la vida" o por la genialidad nunca hecha antes de grabar una ficción a lo largo de doce años ni por sus evidentes virtudes interpretativas o por su naturalidad sin efectismos. Quiero que gane porque, gracias a todas esas cosas que tiene, empecé a llorar de emoción en el minuto cinco y no paré hasta el final y, cuando se conecta emocionalmente tan fuerte con una película, dan igual las tramas bien construidas, los giros de guión bien armados, las interpretaciones de escuela de teatro Carmen Arranz y todo lo que se te ponga por delante: quieres que el mundo entero ame lo que tú ya amas. Han pasado varios meses y no me olvido de Mason ni de Texas ni de la hermana cantando "Oops I did it again" ni de lo triste que es ver cómo van perdiendo el carisma esos niños mientras crecen. Así que team Boyhood.
(Aún así es un verdadero misterio por qué este año Hollywood ha decidido premiar una película tan poco académica y tan outsider que en otras carreras habría pasado completamente desapercibida, sobre todo si pensamos que este giro no quiere decir que el año que viene no vuelvan a premiar un biopic épico sobre una importante figura histórica o una obra de prestigio de un director no reconocido plagada de estrellas. Los Oscar, esta es la verdad, son incomprensibles, caprichosos y esquizofrénicos).

Whiplash: Whiplash no es la obra menestra incontestable de la que algunos hablaban y que yo esperaba encontrarme, pero sí una buena película que va in crescendo y te deja en las nubes. Me pasé toda su duración pensando en qué dirán Anna Tarrés y el equipo de natación sincronizada al verla y los eléctricos minutos finales me recordaron al primer capítulo de Un paso adelante, en el que Pablo Puyol, después de no haber sido admitido en la escuela de Carmen Arranz (segunda mención) por llegar tarde a las pruebas, despertaba a todos a golpe de coreografía y batería a a ritmo de Safri duo y se ganaba su puesto.

American Sniper: Me interesa mucho más lo que pasa alrededor (el Babygate, que Bradley Cooper sea tan estrella, el por qué de su megaéxito de taquilla) que todo lo que ocurre dentro de esta aburridísima (menos una escena) película sobre dos paletos con los que es imposible empatizar. Hay demasiado polvo como para que mantenga mi interés, y me importa un pepino si su mensaje es facha o no facha (yo creo que un poco facha sí es, la verdad).

La teoría del todo: Es fácil despreciar la teoría del todo por sus filtros instagram y su lectura amabilísima de un conflicto realmente potente. Pero pensando que iba a detestarla y yendo con las expectativas muy bajas, me sorprendió para bien. La teoría del todo te da justo lo que cualquiera puede imaginar, para bien y para mal, pero también un amago de historia muy interesante que no llegan a desarrollar del todo pero que es la que todos querríamos ver (el triángulo amoroso y una especie de ensayo sobre el poliamor que se queda truncado prematuramente). También hay una historia (solamente en mi cabeza) en la que a alguien se le olvida poner el freno a la silla de ruedas en la escena de la playa y la película se convierte en otra cosa distinta.

Birdman: El caso contrario de La teoría del todo; salí chafada porque tenía muchas ganas de que me encantase Birdman y no fue así. Los actores son fabulosos, el trato del ego de los artistas y de las figuras públicas bárbaro y las referencias a otros actores y a la escena hollywoodesca tomada por los superhéroes de hoy muy acertada, pero su amaneramiento no me convence. El tramo final me chirría porque me recuerda a "Hollywood ending", en la que Woody Allen zanjaba la trama del director ciego que había dirigido una película horrible convirtiéndola en un gran éxito en Europa adorado por los franceses que veían genialidad donde sólo había ceguera. Además hay una escena que podría estar sacada de los vuelos de Ramón Sampedro en Mar adentro, y eso no. De todos modos viéndola no podía parar de pensar en qué sentirá Robert Downey Junior con esta película en la que se le menta directamente, aunque probablemente piense que él estuvo en rehabilitación ya antes incluso de interpretar a un superhéroe, supo salir adelante y ahora puede y sumergirse en una piscina llena de billetes. Y pienso también en qué pensará Owen Wilson, que ha vivido horas muy bajas similares a las que aparecen aquí. También me ha parecido chachi de que los protagonistas -Michael Keaton, Edward Norton y Emma Stone- tengan un pasado -o presente- superheroico (aunque prácticamente todos los actores del Hollywood actual están enredados en alguna franquicia de superhéroes, no sé si es a propósito), así que hemos llegado a la conclusión de que el pasado superheroico de Naomi Watts es Lo imposible, donde interpretaba a la heroína de ficción María Belón.

Selma: Como casi todas las películas, no está a la altura de su fantástico tráiler, que aún ahora cada vez que lo veo me pone los pelos de punta:

Pero aunque no esté al nivel da igual porque es un tema que me vuela la cabeza y que no podría estar más de actualidad, no sólo por la violencia policial allá en Estados Unidos donde todo es tan extremo y bla bla bla, sino aquí, bien cerquita de casa, gracias a gente como Felip Puig y otros seres igual de repulsivos y de malos de película ambientada en los 60. Me ha recordado a los capítulos de Mad Men en los que la lucha por los derechos civiles entra directamente en el hogar de Don Draper a través de su televisor y a cuando en Cowboys de medianoche cuentan que veían películas como "Matar a un ruiseñor" y no llegaban a entender cómo eso podía estar pasando ahí al lado. La lucha por los derechos civiles está muy bien explicada en su vertiente más política, en cuanto a las estrategias que seguían y los planes que tenían y a cómo estaba todo de organizado (que no era simplemente llegar y sentarse en el lado no indicado del autobús o entrar en un aseo sólo para blancos), y la escena de la carga policial en el puente está rodada como Dios. Las diferencias entre realidad y ficción me tiran de un pie, esto no es un documental. Selma merecía más. 


El Gran Hotel Budapest: Odio, detesto, me aburre profundamente Wes Anderson (incluso la adaptación de El superzorro de Roald Dahl, que ya había leído de pequeña). Pero pese a estar llena de todos los manierismos marca de la casa, esta historia mezcla de La montaña mágica, biografía paralela del dueño del hotel de Lost Girls y relato de la relación entre La duquesa de Alba y Alfonso Díez ma gustao. No va de nada y es todo tan absurdo y forzado como siempre, pero al menos no me irritó y me entretuvo más que cualquiera de sus otras obras juntas. 

The imitation game: "Descifrando Enigma" es fría, precisa y milimétrica (sí, justo como una máquina), y en ocasiones maniquea y un poco ridícula como cuando un espía aparece de detrás de una cortina o cuando entra en esas disquisiciones sobre ser hombre y ser máquina y sobre cómo las debilidades humanas son las que marcan la diferencia, se obstina en repetir una frasecita tan ridícula ("A veces la gente de la que menos te lo esperas es capaz de hacer las cosas que no te esperas" o algo parecido) como la de "La teoría del todo" ("No se sabe de quién va a venir el próximo salto") o la de Unbroken ("Más vale un momento de gloria que toda una vida de bla bla"), y ese "cuidado con el cianuro" y ese regalar manzanas y fíjate en por qué Alan Turing le puso ese nombre a su creación, qué redondito todo en este guión, qué pereza y qué forzado y qué en ocasiones ridículo. Pero claro, la historia que cuenta es tan apasionante y es tan increíble que gracias a ese trabajo esté escribiendo esto en una pequeña máquina de Turing en la mesa de mi salón, que cómo no apasionarse con el tema, que se vuelve precisamente más interesante cuando se plantea el dilema moral una vez descifrado Enigma, con eso que decía Fausto Fernández en su crítica tan acertada sobre cómo para luchar contra el fascismo había que convertirse en un estado fascista. Pero aunque sea una película que ha gustado a mucha gente y tampoco hay que ponerse ultrapicajoso con su traslación de la realidad que, repetimos, no es un documental, es también una obra tan diseñada con tiralíneas que resulta profundamente antipática. En resumen, que team Boyhood.

Monday, January 19, 2015

Ganadores y perdedores de las nominaciones a los Oscar

Ganadores
La incoherencia. Siempre hace una aparición estelar en estos premios, pero este año brilla con luz propia cuando vemos que uno de los cinco directores nominados, Bennet Miller, lo está por una película que no está entre las ocho nominadas, Foxcatcher.

Laura Dern. Había quedado muy atrás en la carrera por mejor actriz de reparto y ha sido la sorpresa de la categoría. Su papel de una madre sufridora en “Alma salvaje” ha convencido a los académicos, seguramente deseosos de añadir un nuevo dato curioso a la historia de los Oscar: el año pasado ya pisó la alfombra roja pero como acompañante de su padre, Bruce Dern, nominado por Nebraska. Me hace feliz porque había apostado por su nominación desde el principio y, aunque Wild es una chorrada en la que soy incapaz de ver épica ninguna (¿cómo va a ser épico hacerse el camino de Santiago?), ella está estupenda haciendo lo que mejor sabe hacer.

Marion Cotillard. Tras ganar la estatuilla años atrás por su interpretación de Édith Piaf, había sido una de las finalistas barajadas en varias ocasiones sin llegar nunca a conseguir la nominación. La sorpresa ha llegado este año en la categoría de mejor actriz, donde su papel en la belga “Dos días, una noche”, pese a ser en francés y orbitar en torno a un muy poco típico de los Oscar conflicto laboral, ha convencido a los académicos. Bien por Marion y por todo lo que añada un poco de diversidad y diferencia al goteo de las mismas películas una y otra vez.

Bradley Cooper. Ha pasado de ser un secundario en producciones de serie B o en capítulos de Sexo en Nueva York a, según la academia, auténtico dios interpretativo que lleva entrando en la categoría de actor protagonista tres años consecutivos (“El lado bueno de las cosas”, “La gran estafa americana” y “El francotirador”). No lo entiendo. Ni siquiera me parece guapo.

Alexandre Desplat. Por lograr una doble nominación para sus composiciones por “El gran hotel Budapest” y “Descifrando enigma”. Había estado ya nominado seis veces anteriormente sin conseguir el premio, y el tiempo dirá si esta doble nominación juega en su favor o en su contra.

Wes Anderson. Este año sí ha conseguido un triunfo rotundo con “El gran hotel Budapest” tras el ninguneo que escandalizó a muchos en 2013 con “Moonrise Kingdom”. Le odio, pero entiendo que esté. 

Steve Carell. Ser un actor cómico que interpreta un papel dramático y decorarse la cara (en este caso, ponerse una nariz postiza para su papel de entrenador de lado más que oscuro en “Foxcatcher”) siempre funciona en los Oscar.

Paul Thomas Anderson. Su trabajo con la novela de Thomas Pynchon “Inherent vice” ha logrado la nominación en mejor guión adaptado; han premiado su desempeño adaptando a un escritor con fama de inadaptable. Se lo merece todo siempre; como decía un amigo en The Master hay más cine que en en el resto de las películas nominadas juntas.

Perdedores

Birdman. Porque no hay que engañarse: pese a liderar el número de nominaciones (nueve) junto a “El gran hotel Budapest”, haberse quedado fuera de la categoría de montaje la deja, de facto, fuera de la pelea por mejor película. Y como ya la he visto y pese a sus evidentes virtudes, me ha decepcionado, me parece bien que fuera se quede. 

Las mujeres en el cine en general. Porque un año más, fuera de las categorías interpretativas reservadas para ellas y de las consabidas maquillaje y peluquería o diseño de vestuario, la academia no ha metido ni una mísera presencia en apartados que se daban casi por seguros, como la de Ava duVernay en dirección por “Selma” o la de Gillian Flynn en mejor guión adaptado por “Perdida”. Sasha Stone ruge.

Jennifer Aniston. No pudo ser. Su trabajo en “Cake” no ha conseguido ser nominado pese a que muchos veían con morbo, hilaridad y ganas sus posibilidades de hacerse con el quinto puesto en la categoría de mejor actriz. Qué poca sal tienen a veces los académicos.

Angelina Jolie. No ha logrado meter “Unbroken” en mejor película pese a que a priori es una de esas obras (biopic ambientado en la segunda guerra mundial con mucho sufrimiento y despliegue de medios) que parecen hechas a medida para los Oscar. Que se aguante, que Unbroken es tan obvia que resulta insultante.

Nightcrawler. Ni mejor película ni Jake Gyllenhaal en mejor actor. Pese a haber sido premiada y aplaudida por la crítica y los premios de los gremios, esta historia rebosante de humor negro y mala leche no ha convencido más allá de una nominación en mejor guión original.

Selma. La película sobre uno de los episodios más importantes en la lucha por los derechos civiles sólo ha entrado en la categoría de mejor película y canción pese a ser una candidata a tener en cuenta a todo. Especialmente dolorosa ha sido la no nominación de David Oyelowo a mejor actor por su interpretación de Martin Luther King.

Perdida. Sólo una nominación (Rosamund Pike en mejor actriz) para una de las películas más culturalmente relevantes y de las que más se ha hablado durante la temporada. A los Oscar no les gusta el thriller. Ni David Fincher. Ni verle la polla a Ben Affleck. 

La Lego película: Ha pasado de ser la favorita de su categoría (mejor película de animación) a no estar ni nominada, aunque su canción “Everything is awesome”, que podría estar cantada por los pitufos makineros, sí ha conseguido nominación.


La diversidad. Tras varios años en los que ya habíamos dado el sistema de votaciones como defectuoso porque siempre salían nueve nominadas a mejor película, se hablaba de que los votos en esta ocasión podían estar tan repartidos que las elegidas fuesen diez. Finalmente han sido ocho. Y finalmente los presagios de los agoreros se hicieron realidad, y en ninguna de las cuatro categorías principales encontramos a un nominado que no sea blanco y anglosajón (con la excepción de la francesa Marion Cotillard). Otro año que pasará a ser definido como uno de los más blancos de la historia de los Oscar. 

Monday, December 22, 2014

La lista de las listas de lo mejor y lo peor del año


Amamos las listas de resumen del año. Presentan de forma ordenada y concisa todo lo importante que ha ocurrido en los últimos doce meses, funcionan como un recordatorio de los hechos históricos que ya habíamos olvidado y cuando compilan los logros culturales nos recuerdan todo lo que nos hemos perdido y con los que deberíamos habernos puesto al día. Y, sobre todo e imprescindible en el mundo de hoy, pueden disfrutarse sin prestarles del todo nuestra atención.
Odiamos las listas de resumen del año. Aparecen las mismas cosas una y otra vez, nos crean una ansiedad estúpida por no haber  leído/visto/escuchado lo que se supone que es lo mejor del año en vez de escuchar nuestros propios gustos, acentúan en el gregarismo en detrimento de la independencia y están vendidas a las grandes corporaciones editoriales que sólo recomiendan cosas pertenecientes a su misma empresa.
Para los que las detestan y para los que las adoran, traemos un compendio de lo mejor de las listas de 2014. En formato lista, naturalmente.

Emulando el póster de “El Gran Hotel Budapest”, este gráfico tan decorativo como informativo invita a ser estudiado con lupa  para localizar a las personas y acontecimientos que protagonizaron el año, como Matthew McConaughey, Malala, el referendum escocés o la crisis del Ébola.

Ideas tan brillantemente horribles como la camiseta de Zara que recordaba a un uniforme de prisionero de campo de concentración nazi o la iniciativa de prohibir la eyaculación femenina en el porno británico.

Con galardones como el peor final de serie para “True Blood” y el todavía-peor-final para “Cómo conocí a vuestra madre”, y un premio ex aequo a la mejor interpretación llevada a cabo por una mascota.

Por supuesto, aparecen muchas obras representativas del típico feísmo del heavy metal, pero también una portada del muy respetado y esteticista Leonard Cohen. Pero como que sigan existiendo discos con sus portadas nos parece un milagro, bienvenidas sean todas.

Básicamente todos los escándalos que nos hicieron vibrar y apasionarnos  en los últimos meses: Bryan Singer acusado de abusos sexuales, la película “The Interview” desatando los sonyleaks o Solange atacando a Jay Z en un ascensor.

Además de las consabidas listas de películas, series y  libros, incluye otras como la de los mejores hashtags para iniciar una conversación, un top 10 peleas (liderado por Katy Perry contra Taylor Sifwt contra Diplo contra Lorde) y el insólito y adorable top de las mejores nuevas especies del año, donde una nueva seta, un nuevo delfín o una nueva especie de rana nos saludan felices sabiéndose protagonistas de 2014.

Resumimos: lideran los créditos de “The Affair”, y como el fondo musical es de Fiona Apple no tenemos nada que objetar.

Su selección jamás se parece a la de ningún otro, y por eso la amamos. Este año incluye un documental sobre la desaparición de un niño “tan bueno como Capturing the Friedmans”, se regocija en que su escritor favorito sea ahora también una estrella de cine en “El secuestro de Michel Houellebeqc” y sitúa en lo más alto “Maps to the stars” de David Cronenberg, con el impepinable “Amo esta película más que a mi propio bigote”.

Como no existe todavía en España un director cuya opinión sea más relevante, su selección cinematográfica anual sigue figurando en nuestra libreta de cosas a analizar: Esta año aparecen Magical Girl e Ida y aplaudimos que incluya, así a lo bruto, en sus actrices favoritas del año a “todas las de Carmina y Amén”. 

Con categorías como “Momento más Nicolas Cage del año” o “Es como True Detective, pero…” y un listado de “películas con la droga con las que deberías verlas” tenemos que mencionarle obligatoriamente.

Cuesta imaginar una lista más pegada a la realidad de la que El Pueblo habla. ¿Y qué figura en ella? Un batiburrillo de cosas tan heterogéneo como nuestras timelines: el Ice Bucket Challenge, el conflicto de Gaza y multitud de niños a niños de todo el mundo cantando Frozen (y jóvenes cantando Happy). Un nuevo ejemplo de cómo la cotidianeidad más absoluta, montada con una música adecuada, puede conseguir sobrecogerte.

Por ejemplo, que la película de terror con más capacidad de convertirse en un clásico futuro sea The Babadook, que en realidad no es una película de terror en absoluto, o que sólo nos hayamos dado cuenta de cuán grande es el pene de Ben Affleck al verlo en Perdida.  

Referencias de Beyonce a lo que ocurrió en el ascensor entre lo bueno y hombres presumiendo de su potencia sexual entre lo malo.

Hemos llegado ya a este punto de la cultura popular en el que los tráilers de las películas son mucho más comentados, analizado y alabados que las películas mismas. En 2014 vibramos con los de Mad Max, Jurassic Park o el recién llegado de la esperadísima y ya quemadísima Star Wars. Ay, si las películas estuviesen al nivel de sus presentaciones.




Friday, December 05, 2014

Tributito bloguero

Todo el mundo le ama y no puedo entender por qué: Channing Tatum

Todo el mundo le detesta y puedo entender por qué perfectamente, pero a mí me encanta: Víctor Sandoval

Y ya está, esa es la noticia.

Wednesday, September 24, 2014

Por qué amo Las chicas Gilmore

En estos días el mundo se ha paralizado (el mundo que importa, o sea, Vulture, Hollywood reporter, Buzfeed y menudencias así) con la noticia de que van a colgar Las chicas Gilmore en Netflix. Yo me he paralizado también aunque ni me vaya ni me venga, no por tener acceso a Netflix, sino por la avalancha de artículos sobre los mejores capítulos de Gilmore Girls, encuestas sobre el mejor novio de Rory Gilmore (Jess o Logan siempre empatan, el pobre Dean queda de último), rankings con el mejor pelo de Rory, las mejores citas de Lorelai Gilmore, 88 señales de que estás obsesionada con Las chicas Gilmore... y aquí viene mi humilde granito de arena al ruido y la confusión: los motivos de por qué amo Las Chicas Gilmore y por qué es, sin duda, una de las series de mi vida.
- Porque se habla de libros. Mucho. Pero no sólo hay referencias por todas partes y fotogramas de Rory leyendo a Sylvia Plath mientras espera el autobús. Los laaargos listados de las obras que se mencionan en la serie y el Rory Gilmore book list challenge son sobradamente conocidos, pero también es importante ver que esas referencias son algo más que un name dropping (y claro, lo son): 
- Típico de los tíos, veneran a Kerouac y a Bukowski pero se mueren si tienen que leer a Jane Austen.
- Eh, yo he leído a Jane Austen. Y creo que Bukowski le habría caído bien. 
Bra-vo
- Por esos diálogos endiablados a la velocidad del rayo que recogen la herencia de la mejor screwball comedy. La seña de identidad que todo el mundo menciona al hablar de la serie es uno de sus puntos más enganchantes. La hace ágil, rápida, llena de matices y consigue que puedas ver el mismo capítulo infinitas veces sin cansarte de las escenas. Aunque yo, la verdad, soy como un niño viendo la misma película de Disney una y otra vez ante el desquiciamiento de sus torturados padres, y veo los mismos capítulos de las Gilmore una y otra vez sin notar cansancio ni aburrimiento.
- Porque presenta a una mujer gorda cuyo conflicto, drama, línea argumental, no gira en torno a estar gorda. Y tampoco se recurre a ella como una -puagh- "gordita feliz". Sookie es despistada, desquiciante en ocasiones, divertida y errática, y jamás se menciona como un problema su peso. Simplemente no se menciona, es una circunstancia más en su vida de cocinera fantástica. Además está interpretada por Melissa McCarthy antes de que se cagase encima en Bridesmaids y todo el mundo descubriese lo genial que era. 
- Porque sale comida todo el rato. Sí, la forma de comer de Lorelai y Rory es irreal y roza la bulimia ladydidesca, pero jo. Es ver una escena y morirnos por La casa de las tortitas de Al, las hamburguesas, los tacos, la pizza, las palomitas multisabores, y que nos muramos hasta por estar tan obsesionados por el café como sus protagonistas.
- Porque da ganas de estudiar. De saber, de leer, de ser nerdy, chapona, de leer "Por el camino de Swann" y de ir a clases que estimulan tu intelecto y te hacen exclamar "¡Viva el fatalismo!".
- ... pero no demoniza que lo que te apetezca sea pendonear por ahí y no pasarte la vida estudiando. Lo importante es tener claro lo que quieres e ir a por ello. Tu sueño puede ser heredar la cafetería de tu padre y tener un precioso y humilde local, sin ganas de seguir creciendo ni convertirte en un Starbucks. Puedes ser feliz siendo camarero. Puedes ser feliz siendo lo que todo el mundo en Yale consideraría un loser de manual.
- Por el baile de referencias que hace que necesites google al lado para entender la mitad. No te toma por tonto y le da igual si lo entiendes o no: "Ha sido una pelea dura de verdad. No como Nick y Nora, como Sid y Nancy" (vale, esta es fácil de pillar).
- Porque habla de dinero, de ricos y pobres, de status social, y de valores no sujetos a la situación económica en una sociedad eminentemente materialista como la americana. Lorelai consigue una buena posición social, pero es gracias a su trabajo desde cero, no por herencia y contactos familiares (lo cual en realidad es una forma muy americana de ver la vida: esfuérzate, sigue y lo conseguirás), pero pese a ello hay cosas que nunca habría podido conseguir de no ser por la fortuna de sus padres. Que Rory fuese a Chilton y luego a Yale, por ejemplo. Es una visión realista de la importancia de la fortuna y en este sentido es muy reveladora la discusión entre Logan y Rory cuando él le dice a ella: "Tú eres una de nosotros".
- Porque la gran trama de Lorelai, más allá de eso tan etéreo de "encontrar el amor", es conseguir su sueño laboral: abrir su propio hotel. Igual que la de Rory no es decidir entre Dean y Jess o entre Dean y Logan o entre Logan y Jess, es conseguir ir a Harvard (aunque puede cambiarse por el camino) y convertirse en una buena periodista.
- Porque da muchas ganas de beber: se habla siempre elogiosamente del long island iced tea y los margaritas. Se habla del alcohol como fuente de alegría, que lo es.
- Porque las Gilmore hacen un muñeco de nieve que se parece a Björk.
- Porque es una serie feminista, pues claro que sí. Llena de personajes femeninos que buscan encontrar su lugar en el mundo no en base a las parejas que eligen ni a cómo les ven los demás (amigos, familia, amantes). Que (a lo adulto) saben de lo importante de la independencia económica y que (a lo adolescente) no hay que ser esa chica que se queda un viernes por la noche en casa esperando a que su novio la llame.
- Porque la heroína, role model y ejemplo a seguir de Rory Gilmore es Christiane Amanpour.
- Por capítulos (casi todos de la segunda y la tercera temporada) como el del 16 cumpleaños de Rory; "El regreso de Christopher"; en el que Emily va a Stars Hollow y Rory le enseña la cabaña del hotel en el que vivían su madre y ella cuando ella era pequeña; el del viaje a Harvard; "Like mother, like daughter" (tal vez mi favorito); "Nick y Nora/Sid y Nancy"; el de la representación de Romeo y Julieta "Escapa pequeñín", o sea, "Run away, little boy"; "There's the rub", o sea, "Ahí está el problema"; "La graduación de Lorelai" en el que Rory se encuentra con Jess en Nueva York y se toman one (perrito caliente) with all on it; el de la boda de Sookie, último de la segunda temporada; el del maratón de baile -"They shoot the Gilmores, don't they?"; en el que Paris se entera de que no va a ir a Harvard, "The Big one"; el de la graduación de Rory en Chilton, último de la tercera temporada; el de la boda de Liz y Tj por la escena del baile, "Last week fights, this week tights"; el de la pelea postreconciliación con los abuelos -"Friday night's alright for fighting"-. Y paro, que esto empieza a parecer un resumen de Friends.
- Porque te dice que no pasa nada si no eres un animal social que prefiere sentarse solo en una mesa y leer. Que no pasa nada si eres un poco solitario, un poco rarito, tímido o borde, como Luke.
- Por el momento en el que Lorelai imita a Dean.
- Por Luke, un hombre capaz de llevar una gorra para atrás de un modo elegante y un personaje que absolutamente todo el mundo adora.
- Porque en el primer beso de Lane se escucha a Nirvana, y no resulta ridículo ni forzado ni manido.
- Porque Stars Hollow y Las chicas Gilmore son un lugar feliz. Irreal, idílico, alejado de fantasmas como el paro, el racismo, la violencia, y a veces necesitamos lugares así.
- Porque tiene una de las mejores líneas argumentales amorosas Rory-Dean-llegada de Jess poniéndolo todo patas arriba, capaz de emocionarte cada vez como si tuvieses doce años.
- Por el amago de spin off de Jess Mariano en California.
- Por la evolución el propio Jess, que pasa de cazadora de cuero a americana. Nunca un paso a la madurez se mostró mejor con una prenda de ropa.
- Porque se habla de música constantemente, y suenan Pj Harvey, Ramstein, Yoko Ono, Lane se pide el "Here are the Sonics", suenan Los Ramones, el Wedding bell blues, I will always love you pero la de Dolly Parton, I can't get Started de Ella Fitzgerald y Suffragette city de David Bowie.
- Porque Lane descubre que su rollo, su cosa, su historia en este mundo es ser batería. Aunque luego le pase lo que le pasa.
- Porque Emily Gilmore se emborracha y lee "The crimson petal and the white" y se lo regala entusiasmada a Lorelai diciendo "¡Léelo, trata de una prostituta victoriana que asciende socialmente y conoce a personas muy interesantes!"
- Porque ha creado un lenguaje de referencias propio que sus fans explotan con fruición: culs de sac, Oy with the poodles already!...
- Porque Sherry, la nueva novia de Christopher, es idéntica a Letizia Ortiz. Y no sólo físicamente.
- Por las escenas previas a los créditos ambientadas en las cenas de los viernes. Una familia hablando, normalmente discutiendo, que pasan de los Kennedy a los pedos. Maravilloso. Camelot ha muerto.
- Porque se habla mucho de series femeninas (nunca curiosamente se habla de series masculinas) como si fuesen de segundo nivel, porque tienen mayoría de personajes con vagina, hablan de sentimientos o hay un mayor énfasis en la vida cotidiana. Tonterías. Hay buenas y malas series, y nunca defenderé que las Gilmore son la mejor de todas, incluso comprenderé a quién diga que no le gusta o no es para él, pero su inteligencia, sentido del humor y la fuerza de la interacción del personaje de Lorelai Gilmore con cualquier otro la ha convertido en una de las series de mi vida, más importante y más significativa para mí que otras que sé a que priori son más relevantes para la historia de la televisión o la historia de la cultura universal.
- Porque genera debates en los que te posicionas y enseñas más de ti de lo que creías en torno a si Logan es bueno para Rory y su vida o no. Guapérrimo, arrogante niño rico que arrastra a Rory lejos de lo que su vida siempre ha significado o más similar a Lorelai de lo que ella misma querría reconocer.
- Porque parece ñoña y cursi y llena de pétalos de rosa y lalalás, pero verla no solo nos enseña que no lo es, sino que no hay nada malo en esas cosas.
-Porque tiene todos esos defectos que no podemos negar, como el ser irregular, tener líneas argumentales (sobre todo las secundarias) absurdas y aburridas, algunos personajes desquiciantes, la falta de planificación que la cuaja de errores (el mismo actor interpretando a varios personajes -Kirk y un fontanero anónimo, Sherilyn Fenn haciendo de madrastras de Jess y exnovia de Luke-, bailes de datos vitales importantes, ¿cuánto dinero tienen realmente los Gilmore?, si Chilton es una escuela tan prestigiosa en la que es tan difícil entrar, ¿qué hacen allí Madeline y Louise, que además al principio superan a Rory con sus notas?), en ocasiones es mojigata del modo asquerosamente puritano (esa alegría de Lorelai cuando se entera de que Rory sigue siendo virgen), está de un modo muy yankee obsesionada con las bodas y los funerales, pero como la amo, la quiero tal y como es y hasta sus defectos me parecen encantadores.
- Porque ver de nuevo, una vez más, Las chicas Gilmore es como regresar a casa.

Monday, September 15, 2014

Brithood

Podría decir muchas cosas sobre Boyhood empleando las palabras "vida" y "tiempo" en infinitas derivaciones, como se hizo el año pasado hablando de Gravity y "la experiencia" (en mayúsculas tendría que estar), pero sólo diré que al final, todo va de conectar emocionalmente con una historia-no historia; yo conecté tanto que me pasé llorando dos horas y media, así que animaré a todo el mundo a verla con este dato que, la verdad, considero irresistible: hay un personaje que irrumpe en la ficción cantando Oops!... I did it again, de Britney Spears, y en esos segundos se hace un hueco para siempre en la historia del cine (y en, demonios, nuestros corazones). Si eso no es tomarle el pulso al signo de los tiempos yo no sé lo que es.

Tuesday, August 26, 2014

Perdida, Jennifer Lawrence y el zeitgeist

Guiada por algunas recomendaciones, por la inercia bestsellera y por la emoción de ver el emocionante tráiler que han montado para la adaptación cinematográfica de David Fincher, me puse a leer Perdida, de Gillian Flynn, y disfruté del enganchamiento de una novela contemporánea como hacía tiempo que no hacía. Tengo que decir que la novela negra no es lo mío -aunque ya sabemos que el gusto por la novela negra se acrecienta con la edad, como el gusto por el oro y el agua con gas-, así que ¡cuidado! ¡espoilers! ¡achtung! ¡se habla de la novela destripándola! sobre todo gocé con la primera parte, antes de que ese giro sorpresivo y cambio en el punto de vista irrumpiese convirtiendo el agudo análisis de las decepciones y amarguras de la vida en pareja en lo que es, lo que siempre quiso ser, y frases como "estará por ahí follándose a esa guarra" me hiciesen arrugar la nariz. 
Así que para mí, a partir del giro, el libro pierde un poco de interés no por el giro en sí, sino porque pasa a ser la historia de una loca tan extrema que provocaba hilaridad, además de la tan manida suspensión de la incredulidad que tienes que hacer para convencerte en ese final. En realidad a mí la parte de novela negra y engaño, aún siendo muy disfrutable, no es lo que me interesa, me interesa la parte de análisis (que al final resulta ser todo un análisis de mentira, pero funciona) de una relación y de la sociedad misma, del momento, de ese entorno de crisis que obliga a los pijos con espíritu bohemio que viven en Brooklyn a tener que volver al pueblo (a la aldea), ese rollo de la prensa en papel que desaparece, eso de perder tu trabajo en el sector terciario tan elaborado y tan alienante a la vez y poner un bar, la cosa más tangible posible capaz de darte la ilusión de que manejas tu destino (como quién pierde su trabajo como arquitecto y abre una tienda de cupcakes), me encanta el detalle de llamarle "El bar" pensando que nadie lo va a pillar pero cuando-tú-vas-yo-vuelvo-de-allí y hasta la ancianita es meta, postmoderna y posttodo y entiende todas las referencias. Y sobre todo gozo cuando la verdadera Amy dice que asistió a la llegada de un modelo de mujer -"la chica enrollada" en la traducción- complaciente y totalmente pegada a las fantasías y deseos de los hombres, que se echa eructos, que disfruta pidiendo pizza y viendo fútbol por la tele, que adora realmente adora el sexo anal, que nunca tiene un reproche, siempre está de buen humor y por supuesto está buenísima. Yo, que adoro los fenotipos -cuanto más rebuscados mejor- y me paso la vida hablando de "la chica limpia" y "el heteruzo", gocé como marrano en un charco con esa descripción, ¡que además se corresponde con Jennifer Lawrence! e implosioné al ver cómo una autora que convierte parte de su experiencia personal (exneoyorquina que tiene que volver a Missouri al perder su trabajo en una revista) ha sabido capturar con antelación el espíritu de su tiempo que se plasmó, tiempo después, en un Oscar no a un papel, ni siquiera a una actriz, sino directamente a un modelo de mujer: divertida, molona, poco puesta, encantadoramente torpe, aparentemente despreocupada de su aspecto o su imagen pero siempre escandalosamente buenísima, la chica que nunca te pondrá mala cara porque llegas tarde sino que más bien se unirá contigo y con tus amigos a un campeonato de bebedores de cerveza, capaz de escupir más lejos que tú etc etc-. Gocé mucho  cuando a continuación Amy-la-loca dice que se sentó a esperar que se produjese el fenómeno inverso: que los hombres empezasen a amar hacer tartas con frosting de colores, se pusiesen a leer las obras completas de Jane Austen y a morrearse entre sí en los bares para calentar a las mujeres, pero eso no ocurrió. Me hace mucha gracia el redundar en el estereotipo de género de forma tan simplona -a los hombres les gustan los deportes y a las mujeres les gusta Jane Austen-, pero todo lo que sea un sistema, aunque venga desde un personaje de ficción que no está muy en sus cabales, yo lo aplaudo y lo admiro.
Por cierto, al terminar Perdida el libro que me puse a leer fue "Emma", de Jane Austen. 

Wednesday, July 09, 2014

Decoración de interiores según Woody Allen: Match Point

Tiene mucho jugo ver esta película con ojos como de Joaquín Torres (por favor, no) porque el ascenso social de su protagonista aparece clarísimo en sus viviendas. El joven instructor de tenis vive en un piso enano y mohoso en el que tiene que tirarse a sus ligues en el sofá cama (a ella, claro, le da igual porque bueno, él es Jonathan Rhys Meyers y si Jonathan Rhys Meyers está interesando en follarte te da igual si lo hace en el baño más sucio de la más sórdida pizzería), y cuando llega a la mansión de los padres de su alumno/amigo, los ojos le hacen chiribitas.


La familia política, con su palco privado, su palacio, su caza, su acento perfecto, son el summa cum laude aspiracional para un arribista profesional como él. En breve tendrá la versión actualizada de las mismas ideas sobre el confort y la vivienda de la clase alta británica.



Un pisarraco (bastante desangelado y con esa mesa que parece de oficina que yo personalmente detesto) con vistas al Támesis y al parlamento, al corazón mismo del orden británico que volaban por los aires en V de Vendetta y que aquí se vuela un poco por los aires a la forma cínica y discreta de Woody Allen, diciendo que es muy cómodo si eres de familia rica creer que cada uno consigue en esta vida lo que se merece (porque eso en cierto modo justifica tu situación privilegiada), pero que muchas veces es algo tan dolorosamente absurdo como la suerte lo que determina tu destino. 

... Justo como le pasa a la desdichada Nola Rice, que empezando por venir ya de una madre alcohólica que las apuntaba a su hermana y a ella a concursos de belleza desde niñas, tiene pocas papeletas para salir triunfante de la vida (algo que discutiría mucho Ayn Rand y que los mediocres emplean muchas veces como excusa -véase Blue Jasmine- pero que esconde más verdad de la que queremos creer) y el destino, ay, el destino, no juega a su favor.

La casa de Nola, diminuta como buen apartamento londinense, es preciosa y muy femenina, hasta está siempre iluminada por una especia de luz rosa, pero no termina de encajar muy bien con el personaje. Está llena de libros, de fotos artísticas, de detallitos cuidadosamente elegidos, y no parece que la porcina, bella y tetuda Scarlett Johansson sea ese tipo de personaje. ¿O sí lo es? Y entonces nos damos cuenta de que no sabemos nada de Nola Rice; quiere ser actriz, está frustrada, tiene una relación complicada con su familia y le gusta darle al frasco. No quiere volver ni loca a su pueblo, pero ¿qué más sabemos de ella? Aparte de que está buenísima y de que todos los hombres que la ven quieren acostarse con ella, claro. Una incógnita, un rollo misterioso de mujer fatal, un conjunto vacío para que cada uno pueda proyectar en ella sus deseos.

Pero una incógnita con muy buen gusto decorativo, en cualquier caso.

Tuesday, July 01, 2014

El Resplandior

La lectura de El Resplandor (que en mi edición sacada de la biblioteca aparece con una maravillosa errata en portada, convertido el título en "El Resplanddor") ha generado una miniobsesión de esas que me dan la vida periódicamente. Desde que lo terminé he vuelto a ver el documental "Habitación 237" (que mira que odio la expresión "ida de olla" porque es muy de crack, pedazo de crack, fiera, figura, fenómeno, pero creo que es lo que pensaría el mismo Kubrick si escuchase algunas de las teorías expuestas ahí), he visto la serie bendecida por el mismo Stephen King, rodada en el mismo hotel del horror que le inspiró la novela, que cuenta entre sus actores con Rebecca De Mornay y, pese a semejantes credenciales, es un horror (¿cómo es posible? ¡nada podía salir mal!) y demuestra que King se equivocó mucho al quejarse la versión libre/manumitida que le hizo Kubrick y que unos animales de setos nunca, nunca, pueden dar miedo.
A la espera de volver a ver por vigésima vez la película (oh, La Sexta 3, cuánto te añoramos), con o sin doblaje (que le da un aire todavía más inquietante, las cosas como son), me recreo en el viejo (qué viejo ya, qué viejos somos) sketch de La hora chanante "Las luces", y vuelvo a hacerme una de las preguntas que más intrigan a la humanidad en el nuevo milenio: ¿Es cierto que el actor que hace de Halloran es Bárbaro, el concursante de La casa de tu vida (siempre recordado en este hogar por el siguiente diálogo con su novia noruega: "Tú calla, que ereh una alcahueta" "¿Qué me has llamado, Bárbaro? ¿cacahueta?")?


Sunday, June 29, 2014

Oh Picadillo

De los millones de libros de cocina que existen, aquellos pocos que se pueden leer por gusto, sin intención de cocinar, son los que siempre se recuerdan. "La cocina práctica" de Picadillo es uno de los más guays y creo que, directamente, uno de los libros de mi vida. Fue escrito por el alcalde de Coruña, gastrónomo profesional de cuando esa palabra era tan moderna y rompedora como "foodie", gordo orgulloso y bonvivant de los de puro y bigotazo, en 1905, y precisamente en su vetusticidad reside su gracia. Aunque alguna recetas e ideas son perfectamente aplicables hoy, mis favoritas son las completamente inútiles, esas que sugieren freír huevos con manteca de cerdo (Picadillo siempre usa manteca, nunca aceite, para horror de la dieta mediterránea), las que empiezan con un "Cómprese un pollo. Desplúmese" o las que tienen entre los ingredientes "Catorce yemas de huevo y dos arrobas de azúcar". Además de las recetas inútiles para nuestra concepción culinaria de hoy, si el libro es tan molón es porque puede leerse casi como una narración, no como un manual. Incluye recetas escritas en verso, recetas de merluza parodiando una esquela, poemas populares, evocaciones de restaurantes que cerraron hace setenta años y cosas tan gustosas de leer como esta, ejemplo perfecto de la cocina sin tonterías y la cocina sin hostias:

Huevos con tomate:
"Esto es lo mejor que se le ocurre a cualquiera pedir de plato de entrada cuando almuerza en un restaurant, a la carta, por supuesto. 
Se fríen los huevos y se bañan con salsa de tomate, que si es de lata sabe, generalmente, a todos los demonios, pero en cambio, si es del tiempo, forma con los huevos un conjunto delicioso". 

Thursday, June 19, 2014

Cosas de coronaciones

- En la segunda elección estilística más importante del día, tanto Anarrosa como Susanna Griso van de blanco. Ni verde (viva el rey de España, color con el que firmaba siempre Marichalar), ni azul pavo real, ni rojo español ni negro de luto ni morado republicano.
- El recorrido de los reyes en Telecinco irá del Congreso de los diputados con Máxim Huerta al Palacio Real con Joaquín Prat Junior. Todo muy simbólico, pero lo que todos nos preguntamos es ¿dónde está el conde Lecquio?
- En Antena 3 han tirado la casa por la ventana montando una infografía de una corona que gira sobre sí misma justo sobre el logotipo de Antena 3. Maravilla.
- Raúl del Pozo: "Lo importante es que hoy en los libros escolares hay un nuevo capítulo, y el procedimiento ha sido absolutamente democrático". Tócate el coño.
- Son las nueve y diez de la mañana y en Antena 3 el faldón reza "Clamor popular ante el recorrido de los nuevos reyes" y de fondo sólo se ven calles vacías con algún policía salpicado aquí y allá.
- 9:39: Colores empolvados para ellas, muy coordinadas, y el Príncipe Feli... el nuevo rey necesita urgentemente el fajín para completar el look.
- Su Majestad y Su Majestad a la vez no, no puede ser.
- Letizia necesita coordinar un gesto con Leonor para que cierre la boca, no sólo las piernas.
- Van todas tan combinadas en tonos pastel (rosa, blanco, azul, crudo) que el traje oscuro de Froilán parece casi una agresión.
- Elena le ha hecho una reverencia a Felipe. Regia, borbona, amante del waka waka, las lágrimas con mocos de las Olimpiadas acuden a nuestra memoria.
- "Mucho diputado y senado haciéndose selfies", acaba de decir Máxim.
- Parece que nos costará mucho decir "El Rey Felipe VI" o "Su Majestad Felipe VI" pero también parecía imposible decir algo que no fuera "Juan Pablo" después de "el Papa" y mirad qué rápido nos hemos acostumbrado a decir no sólo una sino dos cosas diferentes.
- Tengo que decir que el itinerario que seguirá la comitiva, por Alcalá, Gran Vía, la calle Bailén, me flipa y nos hace recordar a todos lo bonito que es Madrid. Mateo Morral lo sabía también.
- Dios, en un momento como el de ahora mismo Facebook se acaba de fastidiar (o se me acaba de fastidiar, no sé si es general). Maldición, mil maldiciones.
- Cuando se habla de la Letizia previa a Felipe, la Letizia periodista, el desparpajo, su ambición, su profesionalidad, tenemos que recordar que tenía una cara completamente diferente. Una persona con una nariz y un mentón y una expresión distinta a todo.
- Pedro Piqueras: "Era una chica muy dispuesta. A veces, demasiado dispuesta". Cómo no, no podía faltar el comentario.
- Y Facebook sigue sin funcionar, privándonos de comentar en compañía ilusoria las caras de Gasol, de Rajoy, de Alicia Sánchez Camacho sacando una foto... oh, qué frustración 2.0.
- Planos aéreos de Princesa, Plaza de España y Gran Vía, y la verdad, hay cuatro gatos. Parece que en el Congreso hay un poquito más de gente y unos cuantos millones más de móviles.
- El príncipe con el fajín y la banda mucho mejor, más vestido que simplemente con el uniforme y las medallas. Dicen que el fajín tiene clip, jojo, y que por eso el rey (el viejo rey) se lo abrochó tan rápido. Puede parecer muy frívolo comentar simplemente los looks, la ropita y el peinado, pero la verdad, ¿qué es una monarquía sino símbolos, superficialidad y boato, aunque sea en cutre, como esta? ¿En realidad hay algo más que comentar aparte del aspecto que tienen y lo limpios que parecen? Si realmente y en teoría para poco más sirven.
- El pueblo de Madrid estalla en jolgorio a gritos de "Fe-li-pe, Fe-li-pe" durante dos segundos, aproximadamente.
- Lo bien educadas que están las niñas (pese a la cara de pasmarote de Leonor) es a mis ojos un punto a favor de Letizia, a la que imagino como una madre Rottenmeier que con un alzamiento de cejas las pone a temblar. A mí esas cosas me gustan, la verdad, no soy nada maternidad colecho, sino más bien estricta gobernanta.
- Es ver el saludo a la plana mayor del PP y ponernos todos de mala hostia.
- Letizia tiene una cara de felicidad y de satisfacción como no se le veía en años. Parece pensar, como Rosa Benito, "Es mi momento".
- La verdad es que sería precioso tener estos planos y esta cámara y este vivir el momento de cosas como Pavía entrando en el Congreso, Alfonso XII por las calles de Madrid, el atentado de Mateo Morral a cámara lenta con la bomba oculta en el ramo de flores (segunda mención en este día), Alfonso XIII marchándose de España...
- Sofía (niña) tiene bolsas en los ojos. Siempre que la veo añoro el maravilloso blog "Odio a mi hermana" que tan rápidamente se encargaron de finiquitar ejemplificando el humor y el respeto por la libertada de expresión que se maneja en estos eventos.
- Hablan de estos cuarenta años de progreso del país y avance económico (y retroceso, ejem) como si se debiesen directamente al Rey, como si lo hubiese hecho Juan Carlos con sus propias manitas. Qué adulto y maduro todo, qué serio, qué poco servil.
- El príncipe se traba un poco durante el discurso. En de las olimpiadas fallidas en inglés le salió mucho más fresco y asertivo. ¿El contenido? Pues el destino de España, los valores del conde de Barcelona, un país unido por el trabajo de personas de muy distintas procedencias... ¿qué significa todo eso? Palabras vacuas, convenciones, lugares comunes inventados sobre un pasado de muy infausta memoria (parezco Pérez Reverte).
- Inciso para comentar que el hijo de Julián Lago es dj en la Joy Eslava con el nombre artístico de JULIEN LEIK. Y cuenta maravillas de Froilán, relaciones públicas de la misma sala.
- El príncip... el rey menciona a Castelao, Espriu, Antonio Machado y no sé quién más. Castelao, por ejemplo, tuvo que exiliarse por culpa del general que puso al padre de Felipe como Rey y trajo de nuevo (a su muerte) la monarquía a España. Qué simbólico todo, conviene recordar ciertas cosas.
- Y los otros también se exiliarion y Espriu las pasó putas por no poder escribir en catalán, caray. O sea, escogido con tino pero para lo contrario, en realidad.
- Cuelgan un plano pésimo del besa manos de todos los diputados al Rey Felipe, porque lo que nos interesa ver a todos es a las niñas recibiendo los saludos y estrechando manos. Letizia les dice quién es quién a ellas, y mataría por saber qué les dicen los que se paran a hablar con ellas: "Hola guapas ¿cuántos años tenéis? ¡qué mayores". Y Aznar seguro que le ha dicho a Leonor: "Yo, ¡yo! seré el presidente de la República".
- Necesitamos ya (España necesita) al lector de labios para que nos dé el parte de lo que les está diciendo Letizia a las niñas. Queremos algo al nivel de aquello de la boda, diez años atrás: "¡Es todo tan hermoso!" "¡Qué calor!".
- Máxim Huerta no deja de decir "Haciéndose muchos selfies". Debe de sentirse muy moderno al utilizar esa palabra. Muy hipster. Muy el último grito.
- Máxim menciona también que no hay mucha gente en la calle "será por el calor". "Será que a la gente se la bufa o no creen en esto", comenta una amiga.
- La palabra del día es "desafección" frente al "ilusionante" que nos quieren colar.
- Anarrosa le cumple el gusto a Máxim diciéndole que hay mucha gente que igual no sabe qué es un selfie, y él procede a explicarlo.
- También dice cosas como "prefieren el móvil al abanico" e insiste mucho en color y calor. Dice que hay mucho color por la cantidad de mujeres diputadas frente a hace cuarenta años, la anterior proclamación, que eran todo hombres. Pues siguen siendo mayoría arrasante de diputados frente a diputadas. Una mierda de país, vamos, en todos los detalles.
- La lectura de Joaquín Prat Junior es que la gente está en el Palacio Real y no en el Congreso porque "El Palacio Real es el que congrega los afectos del pueblo". Ya, odiamos a los políticos pero donde se ponga un Palacio de Oriente...
- Es un bonito momento para recordar cual repelente historiadora anécdotas como la de la restauración monárquica en Alfonso XII, cuando un madrileño berreaba exultante viva el rey viva el rey y alguien le comentó "¡cómo grita usted!" y el aludido le respondió: "Más gritaba cuando echamos a su madre".
- Los coches son heredados de Franco, como TODO.
- Estoy hablando más de Máxim que de Felipe, pero es que casi le atropella un caballo. Y es muy sintomático esto de que todo esté filtrado por los comentaristas anarrosiles.
- Ahora mismo, con el paseo en rolls por las calles de Madrid, hay un regidor diciendo "No pinchamos más planos aéreos, ¡no más!" Se ve claramente que como mucho hay medio metro de gente detrás de las vallas. El resumen del día va a ser "Cuatro gatos y una mierda de discurso".
- Los comentaristas intentan disfrazar la ausencia de gente desde con comentarios sobre el calor que hace,  sobre que es puente, "me sorprende la cantidad de gente que hay" y eufemismos así, pero cada vez que hay un plano aéreo se ve que en la Gran Vía la gente puede correr si quiere para seguir a la comitiva. Un desfile de Reyes, un Orgullo, una celebración deportiva tienen bastante más público.
- A todo esto, ¿dónde está el conde Lecquio?
- Ha aparecido Lecquio, pero tiene que hablar más, hablar todo el rato.
- En la plaza de España hay más gente, al menos, entre las estatuas de Recesvinto y Chindasvinto, ilustres antecesores.
- Ya pueden volver a poner imágenes aéreas. Fervor popular, banderas y carteles. Y mucha gente de brazos cruzados mirando el balcón del Palacio de Oriente.
- Un beso en la mejilla, como siempre. Meapilismo.
- Letizia ultrapendiente siempre siempre de las niñas.
- Que si anillo, que si no anillo, que si beso, que si gesto del rey, que si las niñas con la mano cansada... Ahora la recepción con representantes escogidos de la españolidad, tipo Gasol o Isabel Preysler.
- Total, que a esperar al ¡Hola! y al aluvión informativo que estamos viviendo. Una aborigen en la que estamos sumidos.
- Ay, ay, que dicen que en la recepción estará Pablo Alborán "del que es gran fan la reina Letizia". Deberían estar entonces los Planetas, con lo indie que es ella.
- Camen Machi, Imanol Arias, José Coronado, Ana y Nacho Duato... quiero imágenes.
- Miembros destacados de la sociedad civil. En esa selección se resume todo el significado de estos actos. Y con esto  terminamos hasta el siguiente evento avergonzante e ilusionante.

Monday, June 09, 2014

Decoración de interiores según Woody Allen. Sueños de un seductor. El apartamento de Allan Felix

La casa del protagonista debería aparecer al lado de la definición de "cinefilia" en todos los diccionarios. Carteles por todas partes, lobby cards, un proyector, caos, vistas a la bahía, un ajedrez cambiante, chimenea señorial, colchita de patchwork de rigor, un bidón de agua, el sillón de mimbre en el que se aparece Humphrey Bogart y horro vacui del que nos vuelve locatis. Inspiración y envidia para todos nosotros.












Sunday, June 01, 2014

Decoración de interiores según Woody Allen: Sueños de un seductor. La casa de Tony Roberts y Diane Keaton

Sí, todos sabemos que Sueños de un seductor la dirigió Herbert Ross pero vamos a considerarla una película de Woody Allen porque es como si lo fuera y porque tiene unas casas tan maravillosas y tan de tablerito inspiracional de pinterest que sería una pena no colgarla. Y como hay tantos detallitos en ella, la dividimos en dos entradas, la primera dedicada al hogar del matrimonio formado por los amigos del protagonista, Tony Roberts y Diane Keaton, que viven, la verdad, en una chuchería de hogar.


La superposición de alfombras, las sillas de diseño, las plantas vagamente tropicales, los cuadros cuidadosamente dispuestos en la pared... son ricos, exitosos, modernos y tienen buen gusto. Hasta la lámpara clásica y el pesado armario de madera oscura resultan molones y contemporáneos en esa casa, que podría haber marcado los inicios de la carrera de Diane Keaton (mujer renacentista) como decoradora de interiores.


Algo llama poderosamente nuestra atención y nos retrotrae a largas tardes pasadas en El Corte Inglés: ¡los animales de porcelana! Y sin embargo, extrañamente, esa cebra a pocos metros de una alfombra de cebra (genuina seguramente) no nos parece tan horrible como los perros dálmatas que nos seducían con la mirada como si tuviésemos el gusto decorativo de Alaska y Mario Vaquerizo. 


Entre la blancura, las alfombras de pelo, las flores frescas y el arte contemporáneo, otra nota disonante de esas que hacen hogar llama poderosamente nuestra atención: un peluche de gorila blanco ¿Copito de Nieve? al lado del teléfono. Estas cosas nos conquistan.

Además del pisarraco en San Francisco, Diane y Tony tienen una casita en la playa a la que se escapan un fin de semana. En las paredes cuelgan sombreritos de paja veraniegos y Roy Lichtenstein.

Como Woody Allen odia el verano (aunque en algunas de sus últimas películas lo disimule), la playa solo puede ser bonita en invierno (como en el videoclip de Yellow), y se impone encender la chimenea y trabajar junto al fuego. Ninguna objeción. 

Mantita de ganchillo casera, bolso de viaje de marquita, más plantas, más flores y vistas al mar. Ninguna revista de decoración y estilo de vida de hoy (pese a las ventanas de aluminio setenteras) podría ponerle ningún reproche a esta estampa.

Wednesday, May 28, 2014

La luna nos pertenece a todos

¿Por qué me ha encantado el capítulo final de esta (primera parte de la) séptima temporada de Mad men y, en general, toda la séptima temporada?
- Sale mucho Sally Draper, que ya fuma en la mejor tradición bitchy de su madre. Cada escena de la maravillosa serie que podría contarse con su adolescencia (una mezcla de My so called life y la propia Mad men) nos regocija profundamente, desde aquel capítulo de la temporada seis en el que pasaba un tiempo de prueba en el internado hasta este último capítulo final, en el que la vemos tomar la iniciativa y encenderse un pitillo desdeñosa, porque los niños siguen siendo niños.

- Las secretarias negras han salido menos de lo esperado, pero su escena de intercambio de nombres me parece uno de los mejores y más destilados ejemplos de lo fino que hila y lo elegante que puede ser esta serie a la hora de decir muchas cosas con tres palabras.
- Se habla de dinero, ¡y cómo! Sin dobles entendidos, sin interpretaciones posibles, se dicen cifras redondas que los de Vulture tienen a bien ajustar a la inflación para que flipemos aquí, comprobando por ejemplo que en dineros de hoy, Joan ganaría unos -ejem- diez millones de dólares. Hora de que se mude de ese pisito rosa de dos habitaciones que comparte con su madre y su hijo.
- Oficina, mucha oficina, muchas puertas que se abren y se cierran y mucho discurso sobre la importancia del trabajo. Momento de confidencias laborales entre Peggy y Joan (qué gusto dan esas interacciones) y, entre medias, dos salidas al campo: una para que Betty beba leche recién ordeñada de un barreño y otra para un interludio hippie de Roger Sterling de embarradas consecuencias.
- El paso del tiempo, que en otras temporadas quedaba muy en el aire y no sabías muy bien si habían pasado dos meses o dos días desde el capítulo anterior, ha estado en esta ocasión muy marcado y definido. No es que importase la ambigüedad, porque al fin y al cabo así pasa en la vida, que los meses transcurren sin nada reseñable y a veces en una semana todo se desencadena, pero ha sido interesante ver cómo las fechas de la séptima temporada (San Valentín, el asesinato de Robert Kennedy, la llegada del hombre a la luna) iban quedando explicitadas.
- Capítulo final en el que, una vez más, la historia del país y la historia de la agencia confluyen, como ya lo hicieron en su día durante el fin de semana de la invasión de bahía Cochinos. Hay gente que odia los capítulos "históricos" de Mad men por considerarlos demasiado obvios, pretenciosos y forzados. A mí me encantan. Este de la luna me ha emocionado sobremanera y hecho exclamar ¡viva la tele!, porque si algo hace que nos reafirmemos en el amor a ese diabólico electrodoméstico son los eventos globales que nos hacen estar a todos delante (más delante de lo normal), véase un 11-s, una tregua de ETA o una final de Gran Hermano. De todos modos mis favoritos siguen siendo el de la muerte de Marilyn, lejano ya, y el del asesinato de Martin Luther King en la sexta temporada, ese en el que Don va con Bobby a ver El planeta de los simios y les flipa tanto que se quedan hasta la siguiente sesión.
- Hablando de tele, el televisor es omnipresente. Invade la casa de Megan como símbolo del pollazo en la mesa que quiere dar Don marcando que ese también es su territorio, un televisor gigantesco con consola incluida que le sienta a esa casita de los Ángeles como a un santo dos pistolas. A lo largo de la serie hemos ido viendo cómo la tele se hacía más presente y acababa por invadir todos los espacios de la casa. Me ha recordado mucho a cuando decían que si Hitchcock hubiese querido rodar "La ventana indiscreta" cinco años después, no hubiese podido, porque todo el mundo estaría en sus casas viendo la tele (en vez de follando, haciendo gimnasia o matando a su esposa).
- La ropita: hablar de la moda y Mad men está de más ya, pero diremos que esta temporada fue tan fabulosa como siempre, que la ropa contó tantas historias como los silencios, y que Joan se puso botas. 
- Ha habido momentos de comunión entre Peggy y Don al nivel The suitcase, y por manida que tengamos My way, qué emocionante ha sido escucharla en ese contexto.
- Y hablando de emociones, la última escena del episodio dos es capaz de emocionarnos hasta la lágrima en un solo instante: ese instante en el que Sally sale del coche de su padre, se gira hacia él y le dice: "Feliz San Valentín, papá. Te quiero".

Thursday, May 22, 2014

Decoración de interiores según Woody Allen: Stardust memories

Entre los numerosos recuerdos, ensoñaciones, ficciones y pesadillas que componen esta película todos recordamos las escenas en el apartamento de Sandy Bates, el protagonista, sobre todo por ese hallazgo del papel de pared que va cambiando según los sentimientos de éste. Simple y genial, cambia completamente el espíritu de la vivienda.

 La primera aparición es tan llamativa que es la que ha quedado para los restos en la cabeza de todos, pero hay más, y alguna bastante más inquietante. Aquí, a la derecha, la estantería con un aparato de música seguramente ultramoderno y maravilloso.

 Los días felices con Dorrie representados con una imagen de Groucho Marx, ese leit motiv en las películas de Allen que simboliza las razones para seguir viviendo:

Dorrie en pleno bajón de litio:

 Plano del sofá con la terraza de fondo por la que se cuela una paloma. Claro que nadie puede fijar la vista en los muebles de mimbre porque es imposible quitar los ojos de la estructura ósea de Charlotte Rampling.

El cartel más desasosegante entre otras cosas porque es medio predictivo del futuro es este, un recorte de periódico con una noticia en la que aparece bien clara la palabra INCESTO, en una escena en la que Dorrie le recrimina a Sandy que se haya puesto a flirtear con su prima, una niña de 13 años. Él lo niega y le dice que es una locura, y ella le replica "Yo solía jugar con mi padre todo el tiempo a ese juego que os traíais los dos". Boom.