Wednesday, April 22, 2009

Fausto se manifiesta en su propio funeral

¿Cómo no me va a molar "Hay alguien ahí"? El capítulo del lunes empezó y en cero coma, pero en cero coma de verdad,  en la primera escena, ya asistimos a un sacerdote-exorcista que sale huyendo de la casa embrujada protagonista (Terror en Amytiville) y es atacado por un perro (la profecía) que, atención, pertenece a la noble raza de los golden retriever. La sola imagen de un golden retriever asesino morttal hace que me tronche y retronche. Por suerte, el párroco -padre  Palazuelos, así se llama- lleva en el bolsillo de la sotana una navaja toledana -no sólo de agua bendita y  crucifijos viven los exorcismos, por lo que se ve- y acuchilla al perro en todo el  cuello antes de que este pueda acabar con él.
En esta primera escena del capítulo del lunes se condensan las tres principales características de "Hay alguien ahí". A saber:
Característica 1: inspiraciones, plagios directos, la sombra de la intertextualización es alargada. La serie está plagada de referencias a películas clásicas de terror y, sin complicarse tanto, de todos los tópicos tan queridos al género. Uno puede acomodarse en el sofá e ir enumerándolas conforme van saliendo en la serie: Poltergeist, Amytiville, El exorcista, personajes que tienen el Resplandior... ¡hasta La mano que mece la cuna! Entretenidísimo de ver, buenísimo, al Lidl.
Característica 2: absurdismo en estado puro, no terror. En algún lugar he leído que la estupidez de los personajes se puede aguantar en una película de terror por la corta duración de la misma. En una serie es que directamente no se entiende. Como en la misma Amytiville, un cura viene a hacer un exorcismo a mi casa y huye despavorido y en dos segundos estoy haciendo las maletas. A esto se le suman los múltiples detalles que jalonan cada capítulo, como el ataque del  golden de esta semana o mi favorito, el momento en el que la novia del hijo mayor (maravillosa zorrupia idéntica a María Valverde) saca un tablero de la ouija que guarda bajo su cama diciendo "podemos probar con esto, me lo regaló mi padre".
Característica 3: el batiburrillo de personajes. No sé si el padre Palazuelos está aquí para quedarse, pero en cualquier caso deberíamos ir confeccionándonos una lista con los nombres de los personajes y las tramas que no dejan de aumentar. La familia protagonista, Mike el  de Cuéntame, la hermana maltratada, el maltratador, Vinilla Von Bismark, los amigos adolescentes (que van menguando), la madre bollera, el exnovio judoteca, Nicoletta y los rumanos, el malvado jefe de obra, la examante del padre, la atropellada chantajeadora... y parece que se suma el lunes un posible futuro amante de la madre que es un actor de Alsa cuyo nombre no recuerdo, al que conoce en  un club liberal -cagadito al que salió en el Callejeros del viernes- y la salva de ser violada en una cruz por un aficionado al sadomasoquismo. Y hay que sumarle a esto los espíritus que habitan la casa, vamos, un no parar.
Solo espero que el éxito de la serie no haga que se prolongue hasta la náusea y el aburrimiento porque, de momento, "Hay alguien ahí" gana enteros semana tras semana. Yo ni me acuerdo ya de "Física o química".

Wednesday, April 08, 2009

Dublineses

Los últimos meses han estado un poco revueltos en varios ámbitos de mi vida (cuán compleja y especial soy, pero en un sentido bueno, no en el sentido de tonta del culo con ínfulas), pero en cierto modo creo que el Dios de las pequeñas cosas ha decidido resarcirme creando una programación televisiva los lunes y martes que hace que me ponga loca de contenta: "Hay alguien ahí" y (redoble de tambor, cantar) "Los mejooores años de nueeestra vida".
Ya comentaré detenidamente ambos productos (son espantosos, un amalgama de tópicos mal escogidos, actores  fuera de sí, viejas "glorias" de OT -qué pena me da ver a Lorena ahí, que debe estar pensando "¡pero si yo gané mi edición!"-, Mike el de "Cuéntame" con el resplandior, combates de "la mejor peor canción" en los que destruye un disco de Drácula ye-yé -pecado mortal-, La mano que mece la cuna+Poltergeist...) , pero ahora no puedo que tengo que ir a comprar embutido para el viaje que emprenderé esta noche a Irlanda. Y había que dejar constancia por escrito.

Thursday, April 02, 2009

Si yo fuera Woody Allen

El otro día (hace casi un mes) me puse a ver “Días de radio” y quedé deslumbrada. Fue un poco como cuando empecé a ir al videoclub de al lado de mi casa (pasaba siempre desviando la mirada de la zona de películas de terror y horror no fuese a ser que mis ojos se topasen accidentalmente con la portada de “It”, sin duda la carátula de película más terrorífica vista en mi infancia. Ahora me da un poco de risa, y hasta visualizo con el súperpoder de mi mente un bocadillo con un “ñeee” saliendo de los dientes de heroinómano del payaso. Cosas de la edad, que una pierde la inocencia y ya no se traumatiza viendo coños ni payasos asesinos) y empecé a alquilar aquellas películas maravillosas que hacía Woody Allen cuando a mí apenas me brotaban los pechos: “Misterioso asesinato en Manhattan”, “Balas sobre Broadway”, “Poderosa Afrodita”, “Desmontando a Harry”… pues algo así. Como la nostalgia y los años 40 son de las cosas favoritas que tengo en el mundo, “Días de radio” me ha sulibellado y creo que la escena en la que su prima –que tiene una cara de judía tremenda- baila imitando a Carmen Miranda, que canta en la radio , y se pone una toalla en la cabeza, pulseras, y su padre y su tío le hacen de coristas, es desde ya una de mis preferidas junto a otros hitos del cine como el momento en el que Marisol rescata a su gemela Mariluz en “Marisol rumbo a río” mientras la negra Copito de Nieve –sin comentarios- le reza al cristo redentor.
Así que he pensado que cómo puede ser que todavía me queden películas de Woody Allen por ver, y aprovechando que ahora vivo en un barrio de culturetas odiosos y tengo un videoclub cultureta odioso al lado de casa, me he puesto a tapar huecos. Y como también vivo al lado de una biblioteca bien surtida, me he cogido prestado “Conversaciones con Woody Allen”, un librico con entrevistas a lo largo de los últimos treinta años. Y paro ya que me estoy dando mucho asco con esta monomanía que me ha entrado este mes, como si no supiese quién es Woody Allen hasta ayer por la tarde, llevase gafas de pasta sin cristales, me fuese a ligar a la filmoteca o yo fuese Adolfo Suárez y alguien comentase de mí: “¡Ha roto a leer!”. Pues no, pero de todos modos, si yo fuese Woody Allen haría fundamentalmente dos cosas:
Cosa primera: aprovechando que puedo trabajar con casi cualquier actor al que se lo proponga, llamaría a Lauren Graham, Lorelai en Las chicas Gilmore (sí, lo sé, hacía tiempo que no atacaba con esto, pero centralizo mi energía en obsesiones recurrentes). En serio, es que la veo talcualita para una comedia de Woody Allen, aunque sea un poco caballuna los trajes de época le sientan bien, es guapa y a mí me parece dotadísima para la comedia (no tanto para el drama, que cuando tiene que ponerse en mood “seria” o “enfadada”, sus recursos interpretativos se reducen a poner morritos). Hasta hay un chiste muy apropiado en un capítulo de la serie que nunca me canso de recordar: Lorelai está maquillándose delante de un espejo para no sé qué cosa y viene gente a meterle prisa. Ella está con los polvos de maquillaje en la mano, estornuda y se desperdigan por el espejo y ella exclama: “¡Genial, ahora soy Woody Allen en Annie Hall!”. ¿No es un chiste buenísimo?
Cosa segunda: intentaría trabajar con Diane Keaton cuantas más veces mejor para poder superar –o al menos igualar- el récord que tiene Mia Farrow de protagonizar trece de mis películas. Son películas estupendas y buenísimas, algunas están entre mis preferidas, pero no puedo con Mia Farrow. Lo tiene todo para ser coolísima: es hija de quién es, estuvo casada con Frank Sinatra, ¡es Rosamari!, y con todo, la veo exactamente igual a su personaje en “Maridos y mujeres”, una pasiva-agresiva que consigue hacer sentir mal a todo el mundo que está a su alrededor porque no consiguen satisfacerla, lo que se ha llamado toda la vida una mosquita muerta. Lo de Soon Yi es, sin duda, una de las cosas peores que pueden pasarte en la vida y no se lo deseo ni a mi peor enemigo (esté donde esté), pero eso no quita que resulte petulante, cursi e insoportable. Y, reconozcámoslo, una mujer que adopta tantos niños no puede estar bien de la cabeza.