Tuesday, June 29, 2010

La dieta del pan con pan

Yo nunca he estado a dieta. Esta afirmación, que podría ser un comentario sin más, toma tintes de declaración política en este mundo en el que vivimos. Esta mañana tenía de fondo Anarrosa y entrevistaban a Mireia Canalda, que acababa de llegar de Supervivientes (un programa que lo tiene todo para gustarme pero que nunca me ha gustado nada; esta edición es especialmente aburrida y coñazo, estoy deseando que lo finiquiten ya y vuelva OT, que este año toca uno bueno), hablaban sobre si había perdido peso, que si las curvas, que si le sentaban bien sus curvas, bla bla blá, y soltó ella con la mayor normalidad "yo, claro, como todas las mujeres, he hecho distintas dietas..." y me quedé un poco patedefuá. El que se pueda afirmar así, con la mayor normalidad del mundo, que todas las mujeres hacen dieta, me parece como mínimo obsceno. Y ojo, no digo que no sea verdad (que estoy convencida de que lo es), sino que me parece terrible que se vea ya como algo normal, como el estado normal de una mujer, el estar "controlándose" con las grasas y los hidratos o que cenar una loncha de pavo y una berenjena cocida para los restos de su vida se vea NORMAL (igual que los putos bikinis con tetas para los bebés y las niñas pequeñas, que al principio espantaban y ahora ya no hay otra cosa en las tiendas). Y también quiero dejar claro que nunca he hecho dieta no porque sea como Beth Ditto y me chifle mi cuerpo, sino porque siempre he tenido unas tetas minúsculas y un culo prácticamente inexistente, aunque desde que trabajo en casa la falta de ejercicio y el sueño abundante hacen que por primera vez parezca una mujer de verdad. Me da cosa porque noto que estoy en bajísima forma y me quedo sin aliento cuando tengo que subir las escaleras del metro, pero no me preocupa desde el punto de vista del peso, no me planteo hacer dieta o privarme de ciertos alimentos (tal vez si tuviese un metabolismo como el de la Chon estaría en una constante lucha contra el peso, sí, tal vez, quién sabe). El otro día coincidí en el súper con una amiga y me dijo, señalando al pack de tres kit kats que me acababa de comprar, que no conocía a ninguna otra chica que se comiese un kit kat así, hala, con alegría, o una bolsa de ruffles al jamón a la semana, pero no porque sean una mierda de alimento cancerígeno, sino porque engordan. Y dan ganas de recuperar los estudios de género y hacer de nuestro cuerpo una trinchera, porque con la cantidad de presiones y chungueces que hay que aguantar por el simple hecho de tener una vagina, es terrible que termines alienada de tu propio cuerpo y viendo como un enemigo lo que debe de ser un goce. Impuesto por "la sociedad" o por uno mismo, la frontera es muy fina y el resultado igual de perverso.

Saturday, June 12, 2010

Cosas que han pasado desde mi última actualización

Cosa primera: Tve ha vuelto a poner Pretty Woman, y de nuevo el share se ha disparado, aunque todos nos la sepamos de memoria. Creo que nunca he hablado de la rabia y manía que me da Julia Roberts. La odio a ella y a todos los personajes que interpreta (que sospecho que no interpreta en absoluto, creo que pertenece a esa categoría de actores que siempre se interpretan a sí mismos, una categoría en la que entran prácticamente todos, la verdad). Odio su pelo, odio su sonrisa, odio sus películas... el único gozo que me producía era cuando todos los que trabajaban con ella la ponían a parir a no ser que se la hubiesen beneficiado.
Sobre el éxito de Pretty Woman y sus semejanzas con La Cenicienta se ha escrito mucho, aunque yo me quedo con aquella reflexión involuntaria que nos brindaba "Sensación de vivir" en un capítulo en el que Steve se echaba una novia de los bajos fondos que le contaba a Brenda ante su nutrido armario:
- Steve me trata genial. Con él me siento como Julia Roberts en Pretty Woman.
- No querrás parecerte a ella. - respondía Brenda, siempre mohína y aguafiestas.
- ¿Por qué no?
- Porque era un prostituta.
- ¡Pero estaba guapísima!
Me da rabia Pretty Woman y su filosofía de "no intentes resolver tus problemas ni mejorar tu vida por ti misma, espera tranquila a que aparezca un caballero andante, un príncipe azul que te lo solucione todo simplemente porque se enamora de tu chochito bonito", pero al fin y al cabo supongo que es una película honrada que no pretende ser más de lo que es, y algo tiene que no podemos dejar de verla cuando la emiten (una vez al año, puntualmente). Tal vez sea porque, aunque no nos guste nada Julia Roberts, estaba guapísima.

Cosa segunda: "Mujeres ricas" se ha convertido, sin duda ninguna, en el programa de la temporada, culto absoluto desde ya, hito que recordaremos dentro de diez años en nuestras conversaciones con los amigos igual que ahora recordamos "Confianza Ciega" entre lágrimas de nostalgia y emoción. Últimamente sólo triunfan en la tele o los programas de pobreza extrema (véanse los "Callejeros" ambientados en barrios populares) o la exhibición impúdica (título de una novela de Tom Sharpe, por cierto) de riqueza y lujo (esto a rebufo de la aparición de Carmen Lomana en "Comando actualidad", esa explotation post-crisis de "Callejeros"), aunque en "Mujeres ricas" descubramos con gran placer que alguna de ellas no es precisamente gillonaria, y el nivel de los gillones de su marido no estén a la altura de una Mariana Nannis, precisamente. En cualquier caso, gran acierto de cásting (qué personajes, qué familias, qué existencias son esas) y un montaje maravilloso hecho con mucho tino y sentido del humor que convierte el programa en una concatenación de gags que dejarían en bragas a los de los mejores Martes y 13. Ideal para reír, para llorar, para abrir mucho los ojos y para sufrir litros de vergüenza ajena. Y como -gracias a la Diosa- las televisiones ya han descubierto que Internet es su amiga y no su enemiga, podemos disfrutar esas pequeñas obras de arte que son sus cortes en la web de la sexta. Pobres de los que no ven la tele, lo que se pierden.