Wednesday, October 05, 2011

Siempre para mí eres lo primero y aunque falte el dinero te quiero

Que anteriormente haya demostrado mi entusiasmo por la boda de la Duquesa de Alba no quiere decir que no hubiese jaleado con idéntico entusiasmo la irrupción de los jornaleros andaluces en sus tierras con intenciones okupatorias. Que lo cortés no quita lo valiente y no me he vuelto del todo gilipollas. Los sindicalistas, sin embargo, han optado por no sumarse al enlace considerando que aparecer hoy al grito de "tierra y libertad" en el palacio de Dueñas hubiera sido oportunista y poco serio. Bien por ellos, aunque me da un poco de rabia porque ya habría sido la gota que hubiera colmado el vaso de este cuadro barroco que está siendo la boda de la Duquesa.
Yo no tengo palabras, así que abandonaré las alambicadas frases subordinadas que luego me hago un lío y escribo horrores gramaticales como la anterior entrada, que me pilló con el colmillo goteante y publiqué si releer lo escrito (craso error, no lo hagáis nunca, ni con testamentos ni con sms):
Baño de multitudes que se pelean por el ramo con rosas de pitiminí: sí, digo sí.
Que el Mocito Feliz no sea la persona de físico más alternativo del evento: bravo.
Presencia de gente vieja, coja y fea en los medios, aunque sean millonarios: por supuesto que sí.
Irrupción de los Siempre así cantando la "Salve Rociera": a eso lo llamo yo coherencia.
Triunfo total y canonización inmediata de los Victorio y Lucchino: no por esperado y no necesario menos aplaudible.
Ceremonia tan íntima que parece que los invitados estén haciendo corrillo en el Corral de la Pacheca: lovely.
Escenas de baile con pies descalzos que parecen sacadas del peor sketch de Los Morancos: siempre a favor de que la realidad supere a la ficción.
Saber que estás asistiendo a uno de esos días que entran inmeditamente en el olimpo de eso tan difícil de definir pero tan identificable que es Ejpaña: ¡claro que sí, claro que sí!

Monday, October 03, 2011

Timberlake emasculado

De "Con derecho a roce" (también conocida como la-comedia-romántica-de-la-temporada) se podrían comentar muchas cosas, como el que en uno de sus trailers, anunciado en televisión (especialmente durante Mujere y hombres y viceversa) se emplee el que es el último fotograma de la película; o la presencia de Woody Harrelson interpretando a un personaje gay que es una especie de caricatura según la cual ser marica es algo graciosísimo, o que usa referencias tan estrictamente contemporáneas que no solo creo que estén pasadas de moda (¡un flashmob! ¡chistes sobre Ipads!) en el estreno de la película, sino también cuando fue rodada seis meses atrás e incluso mucho antes, cuando se le ocurrieron al guionista. Muchas cosas podrían comentarse, sí, pero lo que me ha hecho alzar la ceja con indignación -y entendemos que cuando una se pone a ver una comedia romántica su nivel de indignación está bastante bajo y dispuesto a transigir con cosas con las que preferimos pensar que no transigiríamos nunca ahí fuera, en el mundo real- es una escena de cama, en medio de un montón de otras escenas de cama concatenadas y que se suponen muy graciosas, en la que Mila Kunis (bella y atemorizante) está encima de Justin Timberlake, se supone que follando alegremente pero él le pregunta "¿Te gusta esta postura?", ella responde que "psché, sí" aunque la verdad es que no parece nada entusiasmada, y entonces él le dice algo así como "vamos a cambiar de postura porque así me siento emasculado, castrado y profundamente incómodo". Y ahí es cuando se me cae el monóculo. No vamos a entrar en el amplio y farragoso mundo de las preferencias sexuales, pero de verdad que considero que no es una razón admisible el que a un hombre no le guste que la mujer con la que está fornicando esté encima de él porque siente que eso amenaza su virilidad. Creía que ese tipo de cosas sólo ocurrían en el siglo XVI (cuando efectivamente la iglesia católica decía que la única postura aceptable era el clásico misionero) o en ambientes así como Natashakampuschianos, pero desde luego no esperaba encontrarme ese argumento en una comedia romántica de esas que van principalmente destinadas al público femenino. Y el hecho de que esa frase se suelte así, tan alegremente, como si fuese algo normal y no un insulto que define como gilipollas profundo al que la dice, como algo gracioso y divertido a la hora del intercambio de fluidos entre dos jóvenes de profesiones liberales (y unido a que, en el resto de la película, efectivamente cuando se les ve follando siempre es él el que está encima) hace que me entre una tristeza profunda, me inquieta y me llena de ganas de golpear en la cabeza con una garrafa de cinco litros de agua a todos aquellos que dicen, con la boca muy llena, "yo no soy feminista".