Saturday, February 21, 2009

Demasiado joven para ser padre

Hay cosas que realmente me fasssinan. Mañana Antena 3, en esa gloriosa franja horaria de la sobremesa del fin de semana, emitirá un telefilm llamado, literalmente "Demasiado joven para ser padre", sobre -adivinen- exactamente eso que su título anuncia: un adolescente que empreña a su novia, los peligros del sexo precoz y tal. Lo que me asombra es, como siempre, lo fino que hilan los responsables de programación de Antena 3, siempre tan atentos a emitir la saga completa de "La guerra de las Galaxias" cada vez que se estrenaba un Episodio nuevo en el cine, o programando las tres primeras películas de Indiana Jones para hacerlas coincidir con esa cosa de La calavera de cristal. Este telefilm lo emiten justo ahora que el tema de los embarazos adolescentes está súperdeactualidad con la historia de este niño de 13 años -aunque aparente ocho- que ha preñado a su novia y sale en las fotos posando junto al que parece su hermano pequeño pero en realidad es su hijo. Y yo me pregunto si en Antena 3 tienen un fondo de telefilmes almacenado listos para ser emitidos justo cuando una noticia de la vida real hable sobre su argumento. Y yo me respondo a pi pispa: sí, como cuando saltó la historia de Natasha Kampushnosequé y estuvierons varias semanas poniendo "Encadenada" "El sótano de los inocentes" y todo muy así tipo flores en el ático. Y eso confirma que hay telefilms para todo, así que si un día ven en "Está pasando" la historia de una mujer que se casa con una berenjena, sepan que Antena 3 emitirá ese fin de semana una linda peliculita ad hoc.

Wednesday, February 11, 2009

Creo que a Eluana le han tapado la cara para que deje de respirar, y muy bien que me parece

En Samantha Villar (menudo nombre, así hay que convertirse en estrella porque sí), esa cosita que se han sacado de la manga en Cuatro para no saturar con Callejeros (si tal cosa fuera posible), van a hacer un reportaje sobre la anorexia y los transtornos alimentarios en el que la bella Samantha se pasará 21 días sin comer (sin comer no del todo, digo yo, se alimentará de lechuga, queso y vinagre, que por alguna extraña razón muchas anoréxicas creen que estos alimentos no engordan), y a mí me parece una soplapollez.
Es un poco rollo supersizeme, que ya todos sabemos que la anorexia es malísima y no vamos a aprender mucho viendo el reportaje, aparte de que no sé cuán televisivo será ver a Samantha contándose las calorías, sangrando por las encías y pasando un hambre atroz. Pero el concepto mismo, el concepto me parece equivocadísimo porque, como dijo mi partenaire “21 días sin comer es un huelga de hambre, no anorexia”. Es como Robert De Niro adelgazando o engordando 200 kilos para dar el pego en su papel. Lo “interesante” de la anorexia es qué pasa por la cabeza de una mujer (o de un hombre, que pal caso...) para seguir viéndose gorda aún cuando pese 35 kilos y tenga una percha en el escote, bajo la nuez –como en uno de mis tangos favoritísimos en el mundo-. Los síntomas ya ves tú, como los de un niñito de Biafra, pero lo interesante del caso es la distorsión de la realidad y de la percepción de la propia imagen que hace que dejen de comer, y eso es inimitable.
Dicho esto, añado que con pocas cosas tengo menos empatía que con las anoréxicas, que me parecen lo peor del mundo aunque no deja de producirme cierta admiración romántica ese rollo “yo contra el mundo, mi cuerpo es mío” que alimentan (o no alimentan, jojo). Creo que es una enfermedad de chicas limpias, entiéndase por chicas limpias no chicas que cuidan su higiene (que eso también lo hago yo), sino chicas que nunca dicen una palabras más alta que otra, que nunca copian en un examen, que si están borrachas no lo parece, que nunca vomitan ni les desborda el támpax... chicas limpias hasta que pasan a ser todo lo contrario, claro: vomitar mogollón las más loosers que se hacen bulímicas y dejar de tener la regla del todo porque tu cuerpo te parece un asco y no quieres comer, ni follar, ni sangrar, ni vivir.

Tuesday, February 03, 2009

Lesa majestad


Actualmente hay dos anuncios en antena que pugnan por mi admiración más rendida y mi amor más idiota: el primero es este de Lidl en el que un señor de traje y gafas con pinta de diputado catalán se acerca a un granjero o cultivador de fruta o recolector o lo que sea y le reprende "Manolo, estos no son como los del otro día". Manolo, encaramado a un árbol recogiendo melocotones, le tiende una de las aterciopeladas frutas y el trajeado la acaricia satisfecho: "Esto sí que merece la pena. ¡Al lidl!". La escena se repite en unas bodegas, donde selecciona cuidadosamente el mejor vino que tienen los cosecheros, en una quesería y en algo que parece una carnicería de mercado (¿?). "¡Que los lleven a lidl!" "¡Al lidl!", proclama. De verdad, ¿no sería maravilloso que ese trabajo existiese de verdad? Yo lo quiero para mí y para mis más allegados.
El segundo es de un producto limpiador de ahora mismo no recuerdo qué; detergente para la ropa, lavavajillas o friegasuelos, algo así. Es un anuncio normal y corriente con una mujer exclamando irónica: "fregar el suelo/hacer la colada/lavar los platos, lo que más me gusta en el mundo" y le sigue una voz en off con las bondades del producto en cuestión. Pero lo sorprendente y maravilloso del anuncio en cuestión, lo que me hace recuperar la fe en la publicidad, es la música que lo acompaña: ¡nada más y nada menos que "Viva la vida", de Coldplay, en un anuncio de detergente! ¿No se quedan patedefuá? Y algo debe pasar con esta cancioncita del ubicuo Chris Martin, porque juro y rejuro que en el congreso del PP de hace un par de semanas salía Rajoy hablando y de fondo sonaba también "Viva la vida". Al menos así se vio en el parte, que no es que estuviera yo presente ni nada.