En el blog todounpunto.blogspot.com (que me encanta porque apenas comete faltas de ortografía, tiene mucha gracia y es una mujer de verdad, aunque la mayor parte de sus comentarios sean de oligofrénicas) me entero de que ante la próxima boda de la heredera al trono de Suecia, la princesa Victoria (esa con la que Pérez-Reverte soñaba con casar al príncipe Felipe para que sus herederos fuesen reyes de Suecia y de España y dejar a la pérfida Albión rabia rabiando), la noticia de la semana es la polémica entre la casa real y el representante de la iglesia sueca. Al parecer la tradición del país dice que la novia se encuentra con el novio en la puerta de la iglesia y avanzan juntos hasta el altar, nada de que la lleve su padre del ganchete; esto es un símbolo de la libertad y la emancipación de las mujeres, porque no pasan de la tutela del padre a la tutela del marido y van por su propia voluntad al matrimonio. La princesa Victoria quiere olvidarse de la tradición e ir del brazo de su padre (lo habrá visto en otras bodas europeas y le parecerá más bonico).
Yo me quedo patedefuá y creo que esta noticia, junto a la proliferación en tiendas y playas de España de partes de arriba de bikini para las inexistentes tetas de los bebés, es una pista indudable de que se acerca el fin del mundo.