Wednesday, March 28, 2012

Reina por un día

Me temo que esta preciosa noticia de la semana pasada no ha tenido la repercusión que merecía. El Rey se reúne con los prohombres de Ejpaña (lo que en un pueblo serían el alcalde, el médico, el maestro y el farmacéutico) para pedirles, con su llaneza habitual, "que arrimen el hombro y ayuden a crear empleo". Es oportunísima esta preocupación del monarca por la terrible situación del país y me tranquiliza mucho saber que, especialmente, la situación de los jóvenes le quita el sueño. Lamento que su gesto no haya generado la ola de simpatía popular que han tenido otras salidas suyas como el "¿por qué no te callas?", que consiguió de un plumazo llevarse de calle a la opinión pública que a un tris estuvo de gritarle "Este Rey cómo mola se merece una ola". Todos esperamos que estas fuerzas vivas del mundo empresarial (qué bonito es verlos a todos: Botín, Zara, Telefónica, Planeta, ¡Mercadona! -todos amamos Mercadona y nos encanta que esté ahí su director general, con el pertinente uniforme gris-), ahora que se lo pide Él, hagan de verdad un esfuerzo por ayudar que la cosa está muy achuchada. No por responsabilidad ni por adultez ni por sentido común, no, sino porque el Rey ha hecho este esfuerzo de reunirles a todos, como cuando Atenea en Los caballeros del Zodíaco se reconcentraba en evitar que los casquetes polares se fundieran y todos los caballeros se partían el pecho a hostia limpia por ella. Claro que sí, claro que sí.

Saturday, March 24, 2012

Don Draper y la contracultura

Estamos todos con el chichi hecho agüita de limón porque mañana vuelve Mad Men y, después de todo el culebrón de la renovación de la quinta temporada, su regreso es uno de esos milagros cotidianos que te alegran la vida.
Por todas partes leemos cosas molonas tipo "lo que no sabías de Mad Men", "las claves de Mad Men", vemos gráficos muy útiles de quién se ha liado con quién, encontramos ridículas especulaciones sobre el significado de la imagen de Don delante de los maniquíes... y voy a contribuir a la ensalada informativa con algo que no he visto en ningún sitio (entiéndase por "sitio", siempre, el vasto mundo de los que vivimos en Internet). Al tema: estoy leyendo "La conquista de lo cool", de Thomas Frank, un ensayo sobre la "el negocio de la cultura y la contracultura y el nacimiento del consumismo moderno y bla bla bla" y estoy a cuadros, porque me parece la inspiración más directa que ha podido tener la serie. Fue publicado en el año 97, y habla precisamente del mundo de la publicidad y de cómo la modernidad y la cultura y el jipismo irrumpieron en su terreno de juego para que ambos mundos se retroalimentasen creando algo completamente nuevo y una visión de la sociedad distinta. Todo me recuerda tremendamente sobre todo a la primera temporada, con aquella amante beatnik de Don Draper que vivía en el Village y que terminaba yonki, la pobre, y a esa escena en la que Don se fuma un porro con todos sus amigos y está allí trajeado en medio de ellos como un elefante en una cacharrería pero termina encajando de maravilla. Su retrato del mundo de la publicidad en los últimos 50 y primeros sesenta es idéntico al devenir de la agencia Sterling Cooper y Pryce de la serie, conflictos intergeneracionales y escisiones empresariales incluidas. Hasta hay un párrafo del libro en el que se dice, citando a un tal Michael Harrington, atención:
"El amor libre, las largas noches deambulando de bar en bar y el arte por el arte eran fruto de un estricto mandamiento: "No serás burgués". Pero desde el momento en el que la burguesía entró en un período de decrepitud -y los empresarios empezaron a colgar cuadros abstractos en la sala de juntas- la bohemia se vio privada del ambiente sofocante sin el cual no podía respirar".
¡O sea, tal cualito cuando el señor Cooper cuelga un cuadro de Rothko en su despacho! No quiero decir, obviamente, que la serie sea un calco de un ensayo porque eso sería imposible; de hecho no tengo ni pajolera idea ni de si Matthew Weiner ha oído hablar siquiera de Thomas Frank y de su libro, pero a la hora de mencionar las infinitas referencias de Mad Men, echo en falta este libro, porque su espíritu, su propósito, la época y el objeto de estudio en el que se centra son la destilación de todo -o gran parte- de lo que se habla en la serie, o, si esta obra fuese ficción televisiva, sería la oficina de Madison Avenue con sus ejecutivos trajeados (el hombre organización) y sus nuevos creativos en pantalón vaquero.
Nota: pues sí que se ha hablado un montón de la relación entre Mad Men y La conquista de lo cool; era yo que estaba en la inopia y me sentía como si hubiese descubierto la sopa de ajo.

Friday, March 16, 2012

Noche de estreno

Queridos lectores, tengo que compartir esto. Sí, son, en forma de podcast (oh, podcasts, gracias por existir), los audios de los programas (no son todos ni mucho menos, pero en mis sueños húmedos logran colgar la lista completa) de "¡Qué grande es el cine!". Prácticamente todo el mundo odia a Garci por razones que no tienen que ver estrictamente con su trabajo de director, pero hay que reconocer que en un tiempo en el que no existía la imdb y éramos púberes e impresionables, ahí estaba su programa en la 2 haciéndonos construir filias y fobias en torno a sus colaboradores, a la crítica de cine, al cine en general y a Garci en particular. Todo lo bueno y lo malo del programa sigue estando ahí y se mantiene bastante fresco: el debate ágil y con esos finales abiertos que te daban la sensación de que las cámaras se apagaban pero ellos seguían allí hasta la madrugada*, la indescriptible voz de Juan Cruz, esa condescendencia hacia las mujeres propia de señores nacidos en los años cuarenta, cero modernidad (entendiendo por modernidad, ¡a aquellas alturas! la nouvelle vague), mucha erudición, una selección de películas que sería el equivalente en criterio cinematográfico a ser wasp... en resumen, algo muy carca (tanto como la propia palabra "carca"), pero muy entretenido y gozoso, gozo al que hay que añadir el comprobar, por ejemplo, que la noche del 7 de septiembre de 1998, ahí estaba yo, pegada a la pantalla, viendo la bastante coñazo "Música y lágrimas" en compañía de Garci y sus mariachis.
* siempre recordaré una noche en Madrid en la que fuimos a desayunar, a eso de las siete de la mañana, a una de aquellas cafeterías de la Gran Vía que ahora son cadenas de ropa, el Zahara o el Nebraska, y allí estaban Garci and company fumando, bebiendo y hablando de cine exactamente como hacían cada semana en su programa.

Thursday, March 01, 2012

Con mis encantos me ligo a unos cuantos

Creo que todo tiene su origen en el dichoso asunto del boicot publicitario a “La Noria” (tema harto interesante porque me recuerda a esas cosas que les pasan a los guionistas americanos que tienen que tener mucho cuidado con no ofender ninguna sensibilidad o los anunciantes huirán en masa, algo que hasta este momento no ocurría aquí y abre nuevas y emocionantes posibilidades). A partir de ahí hubo un amago de limpieza de imagen en Telecinco (limpieza de imagen, ¿ante quién? ¿ante Pato WC?) en el que se deshicieron de sus programas menos rentables y alternaron el orden –pero no el producto- de las secciones de la Noria. Para mi desgracia, todo esto coincidió con el proceso de preparación del Gran Hermano de este año, y estoy convencida –aunque quién sabe, igual no es así- de que afectó al casting final, en el que metieron a una serie de individuos para conseguir que le resultado fuese “más basado en el humor y el amor”. Ya sabemos –que estamos siguiendo el recorrido de entrevistas de la señora cubana tan simpática que ha sido guionista del programa durante diez años, y hemos pedido su libro en la lista de los Reyes- que el crear un casting maravilloso y frotarte las manos pensando que se van a interrelacionar de la forma en la que tú piensas no garantiza que finalmente lo hagan dentro de la casa, pero vamos, que parece obvio que han intentado huir de posibles agrias polémicas.

Y así estamos, que este año no hay ningún tipo de interés y es todo aburrido y plano y soseras como un café sin espuma. ¿Dónde se ha visto unos concursantes de GH que en vez de pelearse a gritos, hablan en un tono normal? ¿Dónde están las alucinantes salidas de tono, los insultos y las amenazas? ¿Dónde están los polvos desaforados llenos de gemidos? Para mí, que consumo 16 horas diarias de televisión y adoro/necesito estar enganchada a algún reality, está siendo una dura decepción, porque ya el año pasado fue bastante rollo, y este año tocaba bueno. Ahora me encuentro viendo imágenes de Jhota (y de su amigo Moha, siempre en mi memoria) mientras una lágrima de nostalgia rueda por mi mejilla. Por no hablar ya del pograma de hace dos años, Gran Hermano 11, que fue instantáneamente la mejor de todas las ediciones habidas y por haber. No sólo contaba con un plantel de personajes magníficos (la efímera Lis, la maravillosa Pilarita y su hija Saray, Arturo e Indhira, el malvado y discapacitado Toscano, la maripituca Carolina, la bellísima y minúscula Tatiana, el desquiciante Gerardo Prager…) sino que estos se relacionaron de tal forma que mantuvieron el interés hasta el final (y eso que duró algo así como dos años, la edición).

La primera semana empezó alto con Lis convertida en villana por destapar la relación –que muy malamente mantenían oculta- las pareja de lesbianas; enseguida empezó el culebrón Arturo e Indhira, que galvanizó al país, nos dejó una escena –la del vaso de agua- para la historia, con sus polvos retransmitidos que sonrojaban al más pintado, con un descensos a los infiernos de la locura que todos pudimos ver y disfrutar y fue capaz de generar un verdadero debate social (recuerdo ir al súper y encontrarme a las cajeras comentando “pues yo creo que Carolina sí que es una calienta…” y tener que morderme la lengua para decir que ser una calientapollas es una virtud). Cuando parecía que la cosa no podía ir a mejor, Tatiana se salió por la tangente follándose a Arturo en una noche de fin de año –algo que le costó el puesto de ganadora, Ejpaña no perdona- y apareciendo posteriormente en el confesionario con la cara que mejor ilustra la –feísima, por cierto- expresión de “estar bien follada”: el cutis brillante, los ojos hinchados, el pelo revuelto, los labios exfoliadísimos y una sonrisa bovina que se tornó en maliciosa cuando, antes de dejar la sala, dijo picaruela: “por cierto, ¡un besito Indhira!”. Ah, cómo no amar la televisión. Por tener, aquella edición tuvo interés hasta en la recta final, cuando sólo quedan cuatro en la casa y normalmente la cosa está muertísima; ellos consiguieron, con la sospechosísima relación entre Gerardo y Saray, que las escenas de Ángel desquiciado en el confesionario mientras la familia hacía karaoke sin micrófono en el dormitorio fuesen algo apasionante de ver. Ay, qué nostalgia. Además nos dejó lo que son ya hitos de la cultura pop (al menos en mi casa): una canción para el recuerdo (“con mis encantos me ligo a unos cuantos”), y un poema que me vuelve absolutamente loca. Es que es recordarlo y llorar por el estado de sequía realitística que estamos viviendo.

En fin, menos mal que está “Quién quiere casarse con mi hijo” (ese programa en el que dos de los concursantes, los que parecen sacados de Mujeres y hombres y viceversa –otro hit absoluto en el salón de mi casa-, no tendrían reparos uno en follarse a su madre y la madre del otro en follarse a su hijo), una cosa en la que hay mucho montaje, mucho personaje de agencia y mucho guión, pero bienvenido sea porque todos sabemos que hablar de realidad en un reality es una entelequia.