Thursday, December 27, 2007

Exaltación de la amistad

Entrada súperimprovisada desde el hogar paterno para dejar constancia de que el último ¡Hola! no tiene desperdicio y tienen que ir todos corriendito al kiosko a comprarlo o al bar a leerlo (sí, ya sé que estamos en navidades y tal y toca una entrada más a tono, pero en este momento no tengo energía. Por cierto que escribo estas palabras desde mi vetusto ordenador que tiene ya ¡diez años, señores!, en el que inauguré mi primer diario en el ya desaparecido u-journal allá por 2002 -que se dice pronto- y que pronto finiquitaremos y quedará para que mis padres hagan sus prácticas de mecanografía -aunque con el teclado chungo y renqueante que tiene, terminarán con las falanges musculadas como si fueran biceps de un hormonado luchador del nuevo Pressing Catch-).
Pues el Hola. En portada, la santísima cuatrinidad: Isabel Preysler con sus hijas Chábeli, Tamara y Ana posan hipersonrientes y sofisticadas antes de acudir a un acto invitadas por el príncipe de Gales. A eso se le llama medrar. No puedo dejar de mirarles los cutis y las melenas hipernutridas, que estaba yo en el sillón de la peluquería mientras me serraban los nudos que tenía en la nuca (yo lo achaco al agua de barcelona, que en la vida había tenido estas rastas naturales) y me daban una envidia...
Como en ¡Hola! son muy amigos de estas cosas, figuran también Julio Iglesias, acompañado de los hijos de peinado a lo tazo que ha tenido con Miranda, recibiendo la legión de honor de Francia de manos de Sarkozy (flipo con lo de Carla Bruni, ¡menuda trepa!, y pensar que le había dedicado una canción de su primer disco a su novio Rafael, hijo de un profesor de filosofía muy famoso con el que antes también había estado liada...)
Reportaje estrella: "Flashito", el perro de la Duquesa de Alba, fotografiado en el palacio de Liria. Esto es para mear y no echar gota, con el perrico vestido con atuendo papanoelesco y posando entre meada y meada. Esto último sólo lo suponemos.
Y mi favorito: unas fotos de la fiesta navideña del Racing de Santander a la que acuden, como unos invitados más, José Campos y Carmen Martínez Bordiú. Una foto tremebunda de quince personas o así borrachas perdidas, agarradas de los hombros y bailando en corro. En medio, Carmen. José los jalea desde una esquina. Y el pie de foto: "José y Carmen disfrutan de uno de esos momentos de exaltación de la amistad y cánticos regionales tan frecuentes en estas reuniones."
Jopé, y en Gran Hermano acaba de ganar Judith. Lo flipo.

Tuesday, December 18, 2007

La evaluación

Seguro que todos mis lectores recuerdan las primeras frases de Matilda en las que Roald Dahl se dedica a fantasear con escribirles a los padres de sus alumnos (o compañeros de clase, que nunca lo he tenido muy claro) unos vehementes comentarios con las opiniones que realmente le merecen sus hijos. Esta semana me he acordado mucho del siempre sabio Roald. Así, en lugar de chorradas como “X es un poco desobediente” o “Z ha mejorado mucho su manejo del cuchillo y la servilleta desde el comienzo del curso a hoy”, he fantaseado mucho con:

“Su hijo va directamente al frenopático, si es que no muere en un reyerta callejera a los doce años.”

“Parece que la forma natural de expresarse de A. es mediante llantos”

“A su pequeña D le daría cuanto antes una charla completa sobre métodos anticonceptivos, porque a sus siete años manifiesta unas ganas tremendas de que la follen.”

“P es maricón. Y completamente gilipollas.”

“No sé qué tipo de comida le hacen en casa a N, pero sólo parece conocer dos técnicas culinarias: el frito y el rebozado.”

“J dice no conocer el significado de la palabra “obedecer”. Y ciertamente su comportamiento lo confirma.”

“La solución para que su hija N deje de estar gorda no es ponerla a dieta, es hacer que mueva el culo”

“Por favor, cómprenle a A una buena provisión de kleenex y enséñenle a usarlos, porque se alimenta casi exclusivamente de mocos.”

¡Y lo peor es que es verdad, TODO es culpa de los padres!

Wednesday, December 12, 2007

Las raíces del amor

Después de un puente en el que ha habido de todo (teatro, borracheras a las ocho de la tarde, buffetlibregiratoriojaponés, Scoop, tapas en la Barceloneta, Kentucky de bote en bote, éxito arrollador de mi particular versión de “Guantanamera”, siestas en La Concha…) volvemos a la rutina diaria para empezar la semana despachando dos de las series que estábamos siguiendo: “Weeds” y “Californication”.

La primera es conocida como la serie en la que una viuda con dos hijos se dedica a vender marihuana en un acomodado barrio residencial. Me pasa con Weeds como con otras series: la serie en sí me encanta pero no soporto a la protagonista. Nancy Botwin se mete a camello como podía haberse metido a puta; se mete en mil líos; no tiene ni idea de nada; se niega a aceptarse a sí misma como una narcotraficante; hace las cosas mal y como todo el mundo le ama al final siempre hay alguien que le saca las castañas del fuego. Ella puede dedicarse a sorber de su frapuccino con macolate (que anda que hay que tener mal gusto para estar todo el día con el horrendo café del starbucks) que sabe que al final, por hache o por be, todo se solucionará más o menos a su gusto. Después de una primera temporada aceptable (pero los episodios son tan cortos y dura tan poquito que te la ves en una tarde), una segunda temporada trepidante y enganchante y epatante que no puedes dejar de ver, con un final que te deja en un ay, llegamos a la tercera temporada que es ya la locura total, donde los personajes ya están totalmente salidos de madre y todo se vuelva surrealista y psicotrópico (nunca mejor dicho). Y bueno. Después de vernos los tres últimos capítulos ayer, realmente nos parece que debería ser el final de la serie, porque… ¿un weeds sin Agrestic? Parece todo demasiado redondo y cíclico como para continuarlo, aunque por otra parte hay demasiados cabos sueltos como para dejarlo todo en el aire. No sé qué preferiría la verdad, porque ya he dicho que aunque la serie me guste mucho, considero a Nancy tan idiota y tan mala madre (esto estoy dispuesta a defenderlo ante un tribunal militar: ¿tu hijo deja preñada a propósito a su novia y tú le compras un coche? ¡a eso le llamo yo educación!) que igual es mejor para mi estabilidad mental que Weeds se termine así y punto.

Momento favorito de la serie: Todos los de Celia, a la que todo el mundo odia pero todo el mundo debería amar. Y maravilloso cuando Nancy le pregunta al mafioso U-Turn cómo se supone que va a poder saldar su cuenta con él, y éste le contesta: “¿Has pensando en buscarte un trabajo?”. Sentí deseos de besar la pantalla (del ordenador).

Californication es la serie en la que David Duchovny interpreta a un escritor (Hank Moody) en crisis que se dedica a follar a diestro y siniestro. Es divertida, entretenida, sin más. He disfrutado mucho esta primera temporada principalmente porque Mulder está más guapo que nunca y porque sale Natascha McElhone (he tenido que buscar en la imdb para escribir bien su nombre), mujer cuyos ojos, labios y cuello adoro de una forma superlativa. Digo primera temporada cuando en realidad supongo que, tras esos treinta segundos finales del último capítulo, es imposible que haya una continuación. 30 segundos que me han dejado flasheada y sin saber muy bien qué pensar. Pero no digo nada, que cada cual se los vea y reflexiones.

Igual es que odio demasiado, pero por supuesto en esta serie también tengo un personaje que me revuelve la bilis: Mia, la lolita interpretada por la antaño cándida Gracie de “La nanny”, un personaje tan enervante y desquiciante que hace que desee cogerla de la melena y destrozarle la cara a golpes contra la encimera de la cocina.

Momento favorito: los polvos están muy bien, claro, pero me quedo con el momento del atraco a Hank en su coche, con robo de novela incluido, porque hace que te vuelvas loco de frustración.

Monday, December 03, 2007

Los regalos inesperados son los más amados

Ayer me regalaron un libro súperguay cuya existencia ignoraba: “Bordados”, de Marjani Satrapi. Copio de la contraportada:

“Marjane Satrapi, la creadora de la galardonada serie Persépolis, nos invita a compartir las confidencias de un grupo de mujeres sobre el amor, los hombres y el sexo.

Las vivencias en el seno de su familia son el tema principal de estas charlas, en las que ponen en común sus experiencias sobre el matrimonio y la condición de la mujer en Irán.

Mientras los hombres duermen la siesta, las mujeres airean el corazón.”

Vamos, que básicamente hablan de sus coños y de amor. Y de desamor. Como todas las mujeres, vamos. El tebeo es chulísimo, entretenidísimo, divertido y tierno, sólo que demasiado corto, en una noche me lo he fundido. Y no puedo dejar de compararlo con un tebeo de mujer y sexo que también tiene mucho predicamento y que yo personalmente detesto: “Fresa y chocolate”, de Aurita no se qué, una japonesita que cuenta sus experiencias sexuales y amorosas con su novio francés. Tan popular es que ha recibido muchos premios y tiene ya segunda parte. Pues bien, a mí este comic me parece una soberana chorrada. Conoce a su novio y se pasan las historietas follando y punto. Se llama fresa y chocolate porque una vez en medio de un polvo a ella le baja la regla y otra vez en medio de otro polvo practicando sexo anal (claro, con un francés, ¿qué si no?) a él, siendo claros, se le mancha la polla con caca (jojo, ¡caca!). Pues ya ves tú, ¿es esto o no es una chorriflautez –y lo más normal del mundo, sangre y caca- que ni al grado de anécdota debería llegar? Pues así todo el rato. Además es terriblemente cursi, ni siquiera tiene mucha gracia y el dibujo personalmente no me dice nada, no como el de Persépolis o éste Bordados, que son dibujitos simplecitos y feúchos pero muy chulis y resultones. Creo yo que estas historietas han sido tan bien recibidas única y exclusivamente porque las ha escrito una mujer y claro, que una mujer hable de la brinca de su coño siempre resulta rompedor y moderno. Puagh.

En Bordados se habla de brincas del coño, de matrimonios por razones equivocadas, de conjuros en busca del amor, de frenillos y estrechamientos de vaginas y sobre todo se cotillea mucho muchísimo mientras se toma té, que es algo muy de la vida misma que a todos nos encanta y sanísimo para el corazón.


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