Una ola de trabajo me mantiene apartada del ocio y el holgar (por suerte mañana hago un impasse obligatorio para irme a Frankfurt), aunque la tele que me crió siempre me acompaña. Esto es lo que tengo que decir de la programación televisiva de esta temporada:
- Se ha acabado Jersey Shore y mi corazón llora lágrimas de amor, como decía Carlos, de la llorada primera edición de Granjero Busca Esposa. Quien no sepa qué es Jersey Shore, puede encontrar una explicación aquí (por cierto, cómo me gustan los blogs de trending topics y este de pop etc de El país; a mí y a todo el mundo, que cada vez veo más reseñas en telediarios que juraría que han fusilado directamente de ahí). Jersey Shore es lo que debería ser Mujeres Hombres y Viceversa: los tronistas y a su recua de extraños seres vagando libres por La posada de las ánimas con un par de cámaras detrás para así no perdernos ni gota de sus andanzas, sus rollos, sus cuernos y sus bullas. Nada de platós ni de pruebas ni zarandajas, sólo “la vida en directo”. Tenía algo adictivo Jersey Shore que no sé muy bien cómo definir. Debe de ser la atracción por el abismo transformado aquí en tupé engominado o en hipnótico movimiento de las tetas de Jenni Wowww. O la presencia de Mike “The situation” y los graciosos e ingeniosísimos, dignos de Woodehouse, juegos de palabras que hacía con su mote. O ese poder hipnótico que tenían sus conversaciones, que eran cualquier cosa menos conversaciones porque no hablaban de ningún tema, no se decían nada, sólo se picaban, se puteaban, se roneaban, lanzaban frases hechas o comentarios tipo “qué peras, macho”. O esos aluflipantes bailes que se marcaban en locales como el Karma, llenos de gente de extraño y sudoroso aspecto. Estoy echando mucho de menos Jersey Shore. Ojalá estrenen pronto la siguiente temporada.
- Hablando de Jersey Shore, muchos hurras por la recién democratizada MTV. El regreso a mi vida de “Super sweet
- Este año, Gran Hermano NO.
- Ha acabado también la miniserie de Felipe Letizia, unánimemente considerada ya la comedia del año. Qué jartá de reir se ha pegado la gente a costa del guión, de los actores y del acento de Juanjo Puigcorbé (para mí conseguidísimo, en la línea de Fuentes cuando aún no era insoportable; las próximas veces que vea al Rey me costará no confundirle con el Rey-personaje interpretado por Puigcorbé). Aún dura la rechifla general. Por mi parte, yo casi muero del violento orgasmo que experimenté cuando el secretario -¡interpretado por Juan Cuesta!-, le dijo a la Reina Sofía “Majestad, le recuerdo que la semana que viene tenemos en Baden-Baden la reunión anual del Club Bilderberg y luego la entrega de los despachos en Marín”. Aplausos de gozo, reverencias de admiración.
- Y no dejo de recomendar la maravillosa, la obra de arte absoluta que es El armario de Josie. Cada día me cae mejor, me parece brillante, inteligentísimo, me encanta lo creativo que es con el lenguaje (“orgullo de bráckets” me llegó al corazón), lo simpático que es, río con sus chistes y disfruto muchísimo cuando en algún programa envían a una guapa-pero-lista reportera a reírse de él y al final él logra enmendarle la plana y dejarla sorprendida. Es listísimo Josie, sabe de todo, tiene respuesta para todo, conoce el arte del saber estar y además su programa termina con una escalofriante imagen de Josie balanceándose en una mecedora entre la penumbra. ¿Qué más se puede pedir?
1 comment:
Mmmm pues el Jersey Shore ese parece haber sido una inspiració para el GH de este año que por cierto no estoy siguiendo nada, quizás vea el capitulo de Halloween
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