Tuesday, June 28, 2011

Sucesos increíbles y muertes singulares

Como ya comenté alguna vez allá por el pleistoceno (aún más por el pleistoceno, porque aunque la entrada esté fechada en 2004, debe de ser de 2002 como poco, ya que mi primer diario estaba en una cosa muy cutre llamada ujournal que desapareció, por lo que tuve que copiar entradas antiguas que por suerte había guardado en un humilde word en este blogspot), uno de los libros más chachipirulis de mi biblioteca familiar es "El libro de los hechos insólitos", de Gregorio Doval, una fantabulosa enciclopedia de lo extraño que no debe empezar a leerse cuando uno tiene algo importante que hacer, porque automáticamente se llegará tarde a la cita programada, no se terminará el trabajo a tiempo, no se estudiará lo suficiente para el examen o se pasará el guiso en la cocina, tal es el poder enganchante y fascinador de este libro.
Así que, para rematar el mes de junio, no se me ocurre nada mejor que copiar algunas deliciosas historietas que vienen en el libro y que consiguen automáticamente que pensemos que, en un mundo tan aplatanado y uniforme como el nuestro, aún queda espacio para la magia y la maravilla.
- El dramaturgo griego Esquilo (1525-456 a. de C.), según la versión de Hermipo de Esmirna, murió golpeado por una tortuga que se desprendió de las garras de un águila que volaba sobre él.
- En cierta ocasión en que el emperador Yung-Lo, que gobernó en China entre 1402 y 1424, tuvo que ausentarse por largo tiempo de la capital, dejó a su consejero, el general Kang Ping, al cuidado de su harén. Buen conocedor del carácter paranoico e irascible del emperador, este general tuvo la idea de prevenir la sospecha de que hubiera seducido a sus concubinas, que indudablemente Yung-Lo volcaría sobre él a su regreso. Para ello, se castró e introdujo su pene en el equipaje del emperador antes de que éste partiese. Nada más regresar a la capital, como había previsto el general, el emperador le acusó de no haber respetado sus votos de mantenerse alejado de sus mujeres. Kang Ping, tranquilo, se dirigió al equipaje del emperador y recuperó su pene, demostrándole así que tal acusación era infundada. El emperador, conmovido por le gesto de su general, le nombró al instante jefe de sus eunucos e incluso, a su muerte, levantó en su honor un templo, nombrándole protector eterno de todos los eunucos.
- Aunque resulte increíble, Allan Pinkerton (1819-1884), fundador de la famosa agencia norteamericana de detectives Pinkerton, murió tras morderse la lengua en un traspiés y contraer gangrena.
- En 1700, cuando Johann Sebastian Bach (1685-1750) tenía quince años y coincidiendo con el cambio de voz propio de la adolescencia, le sucedió un extraño fenómeno, nada corriente. Durante una semana, canó e incluso habló en octavas, es decir, con doble voz. Fue un extraordinario caso de lo que médicamente se denomina diplofonía.
- En 1931 el novelista inglés Arnold Bennet (1867-1931), tratando de demostrar a las "incultas" gentes de París que el agua que bebían no era la causa de la epidemia de tifus que asolaba la ciudad, bebió públicamente un vaso de aquel agua. Murió de tifus a los pocos días.
- El 17 de noviembre de 1874, la revista norteamericana American Medical Weekly dio a conocer un extraordinario e increíble caso de inseminación involuntaria presentado por el doctor T.G. Capers. Serún el testimonio de este doctor, durante la batalla de Raymond, entablada junto al río Mississippi el 12 de mayo de 1863, un soldado, amigo personal del doctor Capers, fue herido pro una bala que le atravesó el escroto, llevándosele el testículo izquierdo. Al parecer, la misma bala penetró en el abdomen de una muchacha de diecisiete años que estaba casualmente en el mismo paraje. Doscientos setenta y ocho días después, la muchacha dio a luz a un niño de casi cuatro kilos de peso, sin que en ese desenlace interviniese, según testimonio de la joven, más que la providencia. Lo que vino a corroborar la versión que daba la muchacha fue que, tres semanas después, el mismo doctor Capers operaba al bebé, extrayéndole un cuerpo extraño que resultó ser una bala idéntica a las que había utilizado el enemigo en la batalla ocurrida en el lugar nueve meses antes. El broche final de esta increíble pero al parecer verídica historia fue que el escéptico soldado visitó a la madre de su supuesto hijo accidental y entre ambos surgió algo más que una afinidad, que pronto acabó en matrimonio. La pareja tendría después otros tres hijos concebidos, eso sí, de una manera menos fortuita.
- Se cuenta que el gran atleta griego Milón de Crotona, ganador de muchas competiciones olímpicas y famoso por su extremada fortaleza, murió cuando, en plena vejez, quiso acabar de rajar un árbol entreabierto, pero se le quedaron aprisionadas en él las manos y fue devorado por los lobos.
- Un ejemplo extremo del puritanismo exacerbado de la sociedad británica en tiempos de la llamada Era Victoriana queda reflejado en el Libro de etiqueta de lady Grough, verdadera biblia de las buenas costumbres del siglo XIX. En este manual, se llegaba a aconsejar, en aras del decoro, que los libros de autores varones no compartieran nunca estante en la biblioteca de un buen cristiano con los escritos por mujeres, salvo, eso sí, que los autores estuvieran casados entre sí.

5 comments:

Tilo said...

Uy, pero qué pinta tiene de ser falso todo ¿no? Yo la única que me creo es la última. Y la de Bach también, porque esa sensación de hablar en octavas la he tenido yo con esa típica sensación de "tengo algo en la garganta que me provoca esta ronquera"

El Impenitente said...

Yo tenía de chaval un libro que se llamaba "Héroes en zapatillas" bastante divertido pero que no le llega a las suela de los zapatos (zapatillas) al tuyo. La historia de la bala inseminadora es muy graciosa.

Y si las historias son buenas, ¿qué más da que sean verdad o mentira?

Ra está en la aldea said...

Las correspondientes a la antigüedad son sin duda mentira, pero como no hay forma de comprobarlo, mejor contarlas con autoridad, como si hubiésemos encontrado el dato rebuscando entre legajos de la biblioteca de Alejandría. Y efectivamente, ¿qué importa?

SisterBoy said...

Son libros ideales más bien para breves períodos como viajes en tranvía, consultas de médicos y evacuaciones estivales.

De todas las historias que he leído en esa onda literaria hay una que siempre me traumatizó, la de un enorme deposito de melaza situado en una ciudad norteamericana de finales del SXIX (tiempo y lugar apropiados para una historia como esta) que se resquebrajo y provocó una gigantesca ola empalagosa que invadió la ciudad derribando casas y matando personas. Escalofriante

Ra está en la aldea said...

¡Sí, una ola de MELAZA! Viene en el libro de los hechos insólitos también, con el detalle que me pone los pelos de punta de que tardó seis horas en estabilizarse.