Friday, December 03, 2010

Las cosas buenas que me ha dado Inglaterra

La pequeña monárquica que hay en mí está emocionadísima con la boda de Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton. Como soy una persona racional y adulta, me opongo totalmente a la existencia de la monarquía, da igual que sean una vergüenza para sus súbditos –en plan el nunca suficientemente recordado, ponderado y elogiado “quiero ser tu tampax” del príncipe Carlos, que me cae genial y soy fan de sus mermeladas ecológicas- o mantengan la compostura –como se supone que hacen, argh, los Borbones-, hay que oponerse a la existencia de la monarquía por principios y porque por algo 1789 es un año con mayúsculas de la Historia. Pero la parte irracional que llora leyendo el pasaje de Guerra Mundial Z en el que se habla de los monarcas británicos durante la Segunda Guerra Mundial y se emociona con la escena inicial de “El Rey León” aplaude y se regocija ante el boato, la reina de Inglaterra y la boda del hijo de Lady Di (¡el hijo de Lady Di!), que es de mi edad y que cuando éramos pequeños era un bomboncito y ahora que tenemos 28 años se ha puesto feo feo, aunque aún así merece mi simpatía. Y Kate me encanta: tiene cara de lista, es mona sin ser espectacular y su familia tiene ¡una empresa de matasuegras! (bueno, de artículos para fiestas, que viene siendo lo mismo). Como dijo sabiamente Ming una vez que rompieron: “no me gustaba para Guillermo, pero me encantaba para Inglaterra”. Y ahora que se han reconciliado y se van a casar, aplaudimos la elección de William, hacemos planes para el día de la boda y recordamos todo lo bueno que nos ha dado la Pérfida Albión, que es mucho y variadito:

- Enid Blyton: la serie completa de Los Cinco con su cerveza de jengibre, su pastel de carne y ese rollo de niños prepúberes vagando libres sin la supervisión de ningún adulto enfrentándose a contrabandistas y ladrones (y la canción que les dedicaron Enrique y Ana con el extraño verso “porque Tim es el que más”); las series de los internados (“Torres de Mallory” o “La traviesa Elizabeth”) con sus extraños juegos de reglas incomprensibles que parecen tan emocionantes como el quidditch; sus toneladas de cuentos, de los que mis favoritos son los de la muñeca Arabella, en la línea de Toy Story y muy recomendables… kilos de páginas súper british, machistas, racistas y entretenidísimas.

- Topshop: sí, la ropa es carísima para los que pagamos en euros y la calidad no se corresponde con el precio; tienen esas prendas que sólo se pondría una británica borracha de vacaciones en Salou y ya vale de las colecciones de Kate Moss, pero en general Top shop me encanta, me flipa, y su web es estupenda.

- El earl grey de Twinings: en estos tiempos en los que todo el mundo bebe té blanco, té verde, té rojo antioxidante e infusiones de roiboos, reivindico el té negro (el de siempre, el de la casa, como Julito) de esta marca cuyo logotipo me fascina y que tiene la –para mí- virtud de que su sabor no se ve muy afectado por el agua con el que se hace. En Barcelona el agua sabe fatal y esta es de las pocas marcas con las que el té está casi tan rico como cuando se hace en un agua con menos cal.

- Sherlock Holmes y su recreado hogar en el 221 B de Baker Street. Que en realidad no está en el 221 B, sino en la casa de al lado, pero lo aceptamos y aplaudimos. Mi construcción mental de Inglaterra es casi exclusivamente victoriana debido a las historias de Sherlock Holmes que me tragué enteritas en mi infancia. Por eso Londres es un lugar maravilloso en el que en cualquier momento te puedes subir en un tren que te deja en Surrey o en Dover para enfrentarte a una vampira o a unos anónimos dibujos de muñecos danzantes que atemorizan a tu esposa. Y todo está lleno de parterres, balaustradas, zaguanes y guardas de la finca. Y te encuentras en la campiña inglesa, ese concepto que significa tanto, jalonada de lugares tan increíbles como los que aparecen en este genial programa británico, sólo que antes de la decadencia. Y en la pared de su apartamento Sherlock ha trazado a balazos las patrióticas iniciales V. R., de Victoria Regina, así que eso justifica por sí solo la existencia de una monarquía.

- Las series de la BBC, el logotipo del Thames, Benny Hill, esas obras maestras de seis capítulos como The It Crowd, The Office, Dead Set... Y ese ejemplo de lo que es la lucha de clases que se llamará para siempre en mi corazón “Arriba e abaixo” (porque la vi en la gallega), porque con la familia Bellamy aprendí lo que era el movimiento sufragista. De ahí el gusto por los mayordomos con librea y las cofias almidonadas. Sí, todo indica que me va a encantar esta serie.

- Inglesas borrachas que vienen de despedida de soltera a la soleada España. Parece un grupo de facebook, pero es la realidá. Se pasean con minúsculos vestidos a temperaturas heladoras, portan pollas de plástico en la cabeza y protagonizan “reportajes de investigación” en programas tipo “Seis días, siete noches”, siempre dramáticos e hilarantes.

- Actores británicos de esos que están curtidos de interpretar a Shakespeare y ponen la nota de calidad en producciones americanas. La lista es tan larga…

- Oliver Twist y su “por favor, quiero más”. O lo que viene siendo la literatura clásica inglesa, con mención especial para Oscar Wilde, Jane Austen y las hermanas Bronte, cuya ruta por sus escenarios sueño con hacer desde que leí “Querida Jane, querida Charlotte”, de Espido Freire (sí, lo sé), un libro que me encantó porque tiene ese rollo mitómano absurdo muy en la línea del peregrinaje que he hecho yo tantas veces por los escenarios de las obras y la vida de Jardiel Poncela.

- El museo Victoria y Alberto: una cosa muy poco moderna y muy poco arty, llena de encajes, vestidos, cucharillas de plata y recuerdos de cuando Inglaterra era la reina del mundo. Un lugar maravilloso y muy recomendable, para perder la cabeza, súperguachi e inspirador. En serio, la Tate está muy bien, pero más Victoria y Alberto.

- Las historias de Guillermo Brown: porque pocas veces se ha plasmado tan bien la retaguardia británica durante la segunda Guerra Mundial, con el padre de Guillermo jodidísimo porque no puede conseguir su queso Stilton debido al racionamiento. Y son historias infantiles de un ingenio y un talento que resisten de maravilla el paso del tiempo.

- Todo lo que está bajo la etiqueta de “humor inglés”, ya sea series, películas o libros en la línea de Woodehouse, (que le encanta a mis tíos), Chesterton y las historias cortas de Roald Dahl, que un novio que tuve definió muy acertadamente con “cómo se nota que son ingleses, en todos los relatos se dedican a apostar y beber”.

- Nick Hornby, que me gusta hasta cuando no me gusta (como en “Todo por una chica”, que no me gustó nada pero aún así, bien por él). Por haber escrito las novelas y haberlas adaptado en películas que me encantan aunque tengan mil defectos, como “Un niño grande” o “Alta fidelidad”. Por conseguir que yo, que odio el fútbol, disfrute mucho con “Fiebre en las gradas” (pese a estar traducido con la punta de la polla), el relato de su historia como hincha del Arsenal. Por haber trabajado en el guión en la ya muy de culto “An education”. Por haber incluído en “31 canciones” “I’m like a bird”, de Nelly Furtado, que no es de mis canciones favoritas pero fue su primer single y sin ella no tendríamos a la casi cejijunta Nelly entre nosotros.

- Las películas de James Bond, para siempre unidas a largas tardes de invierno en la aldea en las que aplaudíamos llenos de contento cuando empezaba “Octopussy” o “El hombre de la pistola de oro”. Y esa secuencia inicial de “La espía que me amó” (ay, esa canción de Carly Simon) que justifica por sí sola toda una saga, cuando James va esquiando, cae por un acantilado, todos -ejem- tememos por su vida y de pronto despliega un paracaídas con la Union Jack y nuestros corazones quedan henchidos de patriotismo por un país que ni siquiera es el nuestro.

9 comments:

SisterBoy said...

A mi la monarquía ni fu ni fa, el mundo está lleno de cosas más caras, decadentes e inutiles y nadie parece enfadarse tanto por ello.

Lo que sí admiro de la monarquia británica es su templanza en acontecimientos como la muerte de Lady Di, no me refiero naturalmente al circo que se montó (que gracias al cine ya sabemos que fue todo culpa del malvado Blair) sino a esos hijos aguantando el tipo frente al cadáver de su madre. Sobre todo si comparamos esa actitud con el dantesco espectáculo del entierro del Conde de Barcelona y el correspondiente derramamiento de mocos reales (por parte de alguien que por cierto no tuvo reparos en birlarle la corona al muerto).

http://www.youtube.com/watch?v=9VGCxiaLmA4

De tu lista la verdad es que la mitad de las cosa no las conozco y el resto tan solo las conozco de oídas (sin ir más lejos me acabo de enterar de que existe algo llamado Topshop). De Nick Hornby sí que lei "Fever Pitch" y me emocionó mucho que por fin alguien se ocupara en serio de explicar a los no iniciados el auténtico significado del fútbol.

JRB said...

Yo es que veo la Union Jack y me emociono más que con la bandera española, que sólo me emociona cada 4 años en el Mundial.
A mí me encanta todo lo inglés. Hasta me resulta simpática su monarquía, cuando a los Borbones los odio con cada partícula de mi ser. A tu lista añadiría a Agatha Christie, el Londres de Jack el Destripador, "Otra vuelta de tuerca", Harry Potter, Patrick Wolf, Blur, el logo de los Who, cualquier artículo que lleve la Union Jack (ya sea un coche o un llavero), la serie Misfits, los dramones de época que huelen a Oscar, Kate Winslet, Ben Whishaw, el ambiente universitario de Oxford y Cambridge y por supuesto Margaret Thatcher.

JRB said...

Ah, y todas las historias de pakis en Londres, desde "Oriente es Oriente" a ese libro genial que es "El buda de los suburbios".

Ra está en la aldea said...

Me encanta Agatha Christie, aunque creo que gran parte de sus historias son un rollo. Es que entre Sherlock y Poirot, yo siempre he sido de Sherlock. Aunque Miss Marple y Parker Pyne me hagan dudar a veces.
Y tienes razón con lo de Jack el Destripador, aunque concretaría aún más: el Jack el Destripador de "From Hell". Alan Moore es una razón de peso para amar Inglaterra.
Y la parte de "Por favor matamé" (como Salvamé) en la que hablan del punk inglés y los Sex Pistols mola mil.
Y Kate Winslet, sí. Estuve a punto de incluirla pero pensé que igual era un agravio comparativo hacia, por ejemplo, Vanessa Redgrave.

Arual said...

Yo me uno a la devoción sobre la Pérfida Albión y añado una delicatessen de la que me enamoré en Londres... los scoones... qué ricos!!!!

Mer said...

Yo vengo a decir que no sé si ha sido por la crisis o por la moda, pero yo me llevé a Londres 400 libras y no me las pude gastar!!! (Ahora todo el mundo debería hacer "ohhhhhhh").

Al final las gasté sí, pero me costó un riñón. Top Shop se ha vuelto loco, solo vende ropa super moderna para gente rarita. Para que yo diga esto!

Lo demás bien.

Cosmonata said...

Yo adoro a Enid Blyton, más aun desde que leí esto:
http://www.elpais.com/articulo/domingo/Enyd/Blyton/apta/ninos/elppor/20100110elpdmg_9/Tes

Y el Tetley y las Dr Martens, por supuesto.

Me said...

Hola, soy inglés y la verdad no creo que nos merezcamos tantos elogios, ni mucho menos (aunque se agradecen). A fin de cuentas este es el país que ha dado al mundo cosas tan horripilantes como... puré de guisantes (mushy peas) con patatas fritas, la moda de las sandalias con calcetines blancos, y... Bros :P, entre otras cosas aún peores. Supongo que "el pasto siempre es más verde del otro lado", o como se diga, pero personalmente me gusta más lo español. Estoy de acuerdo al menos con lo de las series como The IT Crowd, y las historias de Sherlock Holmes, que siempre me han encantado. En cuanto a la monárquica británica (que suelo decir odiar pero en realidad me da igual), ¿habéis visto las nuevas monedas que han acuñado para conmemorar la boda de William y Kate? Él sale guapo guapo, pero ella super fea, hehe. Podréis encontrarlas en Google. Por cierto Ra, llevo un tiempo leyendo tu blog (con el que me topé por pura casualidad) y me gusta mucho. Pero bueno, sin ganas de parecer un cyber-stalker me paro aquí, feliz navidad!

Ra está en la aldea said...

Encantada Me, ¡feliz Navidad para ti también!