Tuesday, September 08, 2009

Las putas suicidas

No es que esté especialmente orgullosa porque de hecho lo he escrito a salto de mata, que estoy trabajando como una perra, pero por razones que no vienen al caso he tenido que hacer una critiquita de "Las vírgenes suicidas" y como me he propuesto actualizar mucho más a menudo el diario, no voy a desperdiciar ni una coma de lo que escriba. Además la novela la leí hace años y para hacer esto sólo he podido revisarla un poco por encima.
Tenía que haberlo terminado diciendo que una de virgen tiene bien poco, que se pasa la mitad de la novela follando con desconocidos en el tejado.
"Tal vez tengan razón los que dicen que todo sentimiento humano, todo conflicto, todo problema, ha sido ya tratado por los clásicos griegos. Todavía hoy los mitos ayudan a explicar, más allá de Freud, gran parte de las incógnitas de la naturaleza humana. Jeffrey Eugenides –su apellido le delata- lo sabe muy bien, y en “Las vírgenes suicidas” crea un mito moderno que retrata los misterios de la adolescencia.
El autor convierte la pequeña tragedia de un suburbio de una ciudad americana en metáfora del mundo. Se aproxima a la adolescencia de un modo perfecto y delicado, con sensibilidad reverencial hacia sus personajes y atisbando ya unos temas que retomará en su segunda novela, la maravillosa Middlesex –firma candidata al esquivo título de “la gran novela americana”-.
Como en un eco, el chico que narra la historia –que es uno y todos a la vez- evoca la serie de acontecimientos que condujo al suicidio de las cinco hermanas Lisbon, beldades inalcanzables que fascinan a sus vecinos y compañeros de clases de un modo tan perturbador que décadas después éstos todavía las recuerdan y siguen reuniéndose para intentar desentrañar el misterio que las envuelve, entrevistándose con aquellos que las trataron en su corta estancia en la Tierra. Rememoran una y otra vez los hechos, intentando ordenar los recuerdos para llegar a entender a aquellas chicas y el por qué de su muerte, sabiendo que nunca lograrán desentrañar del todo su misterio –que es el misterio del suicidio, el misterio femenino, el misterio del alma humana, el misterio de la fascinación por otro, el mito, en definitiva- aferrándose a los objetos pertenecientes a las Lisbon que han podido reunir y que ahora veneran como reliquias.
El texto se detiene en infinidad de pequeños detalles, en el estampado de la blusa que se puso Mary el día del entierro de su hermana menor, en el aroma de cada casa en particular, en la curvatura de los dientes de Therese, en el sabor del chicle que mascaba Lux, en las canciones que escuchaban todas o la sonrisa que un día Bonnie dirigió a uno de los chicos. Las hermanas Lisbon se construyen con los recuerdos -volubles, a veces contradictorios- de los que las conocieron y con sus enseres y objetos personales. El detallismo es tan preciosista que atrapa al lector y lo sitúa directamente delante de la casa de las Lisbon -víctima poco a poco de la decadencia del mismo modo que sus habitantes se van encerrando en sí mismos- observando a las muchachas cada vez más lejanas a través de los visillos, buscando desesperadamente la manera de decirles que no están solas en el mundo, que no las olvidan, buscando un subterfugio para ayudarlas –inútilmente- a escapar."

5 comments:

Arual said...

Tendré que leerlo!

SisterBoy said...

Hace tiempo que también la tengo en mi lista.

Lo más interesante de la entrada es contrastar el tono con el que está escrito el comentario con el tono habitual del blog.

Unknown said...

Me había olvidado de lo maravillosa que era Middlesex.

Pero ya me he acordado.


Cuán bien escribes...

Ra está en la aldea said...

La verdad es que es de un cursi y un repelentongui que hede, pero bueno, puesto está y a lo hecho pecho.

A said...

A cursi te gano yo de aquí a ron con Lima :)