Tuesday, August 26, 2008

Vacaciones en Polonia

Como el fanzine, procedo a relatar el viaje a la tierra de María Walewska, Marie Curie, Klaus Kinski, Roman Polanski y Darek. Pues me ha encantado Polonia. Huír de las avispas en el castillo de Malbork, ponerme hasta arriba de pieroguis y bigos en las fiestas de Gdansk, recorrer las llanuras en tren, encontrarnos con los supervivientes de la guerra en el Museo de Historia de Varsovia y lidiar con las cervezas de medio litro y los autobuses llenos de cabezas rapadas en Cracovia, todo ha sido genial. Pero como vamos a lo que vamos, a Auschwitz, que supongo que a mis lectorcitos no les interesará demasiado saber lo deliciosísima que es la sopa de centeno (que lo es, y tienen que probarla todos desde ya, creo que contraje una pequeña adición). Quiero hacer unas puntualizaciones previas:
A mí todo el tema del "nunca máis" después del descubrimiento del Holocausto y tal me da un poco la risa y me parece la cosa más hipócrita y absurda del mundo, porque anda que no se han dado en los últimos cincuenta años y se siguen dando diariamente horrores tan espantosos como ese en todo el mundo in yeneral y en el corazón de Europa en particular.
Tal y como está la vida y el mundo una -que es una persona de bien pero tiene tendencia al cinismo y al relativismo- no puede ver las cosas en blanco y negro. El tema de la segunda guerra mundial, del bloque soviético y sus horrores, del nazismo como el mal supremo del mundo y de la historia del pueblo judío y del nacimiento de Israel hace que no se pueda ver la Historia (perdón por la mayúscula) separadita entre buenos y malos tal y como se ve cuando tienes 12 años, pero aún así... pocas veces se ve tan claro el horror, los inocentes y los culpables, como en un campo de concentración. Es que no admite discusión posible, y que quede claro que yo me he visto en la tesitura de discutir con un muchacho (un poco transtornado, también creía que la Trilateral dominaba el mundo) la importancia y el alcance del Holocausto, que no lo negaba, pero decía que las cifras estaban muy hinchadas y que "bueno, tampoco ha sido para tanto".
El fantasma que recorre Europa es el antisemitismo, ¿no? El antisemitismo es una cosa así como típica de Europa, de todos los países, no sólo de Alemania y -por favor- no sólo de la Alemania nazi. A mí me gustan mucho los lugares con una historia dramática y terrible, pero eso es tanto como decir el mundo en general y Europa en particular, desde Casas Viejas a Dubrovnik. Las catedrales y las partes antiguas de las ciudades europeas son unos cementerios fantásticos por los que pasamos todos los días sin darle mayor importancia, pero aún así el nombre de "Auschwitz" es oírlo y claro, tiene un peso brutal, es un nombre que evoca unas cosas que ríete tú de los perros de Paulov.
La visita: pues es impresionante. La verdad es que es una sensación un poco extraña porque estamos tan acostumbrados a haber leído tanto sobre ese lugar, lo hemos visto en tantas películas y tenemos una imagen colectiva forjada en blanco y negro tan poderosa que el hecho de estar allí realmente resulta un poco raro. Como cuando ves un monumento que has visto tantos millones de veces en fotos y tal que de repente encontrártelo en 3-D es una cosa chocante, todo eso de la imagen de ficción y la imagen real y esas cosas de las que ya se hablaba en los sesenta. Cruzar la verja, decir "estoy en Auschwitz", todo eso. Luego es que hay un ambiente muy particular: al principio puedes ver un vídeo con las primeras imágenes que grabaron los soviéticos al liberar el campo. La excavadora removiendo las pilas de cadáveres, la gente mirando tras las verjas, los niñitos enseñando los números tatuados en los brazos... imágenes que ya ya he visto muchas veces, son muy famosas, pero la gente lloraba a moco tendido. Luego hay un montón de excursiones -supongo que de judíos- en los que varias personas llevan la bandera de Israel a modo de capa, mucha gente depositando velas en las esquinas, gente que sale llorando de los pabellones... una cosa que me llamó la atención era un grupo de niñas muy jovencitas, todas con faldas negras por debajo de la rodilla, que estaban acompañada de un rabino muy mayor y formaban un gran círculo mientras rezaban en silencio en medio de Birkenau. Cosas así, que le dan un "ambiente" especial, y eso que hay tanta gente visitando el campo que hay momentos en los que vas en fila india.

El campo en sí no está muy "museografiado", lo que ves es lo que había (reconstruido en algunas partes, la mayoría intacto). Cada pabellón está dedicado a un tema, en plan "la vida en el campo", "la llegada", "los experimentos de Mengele" y cosas así de escalofriantes. Fotos, paneles explicativos y poco más, sin dejar de mencionar las vitrinas: una, enooorme, llena del pelo que le rapaban a los presos al llegar. Trenzas, coletas, moños... un montón de pelo, y al lado un lienzo con la tela que tejía y comercializaba una empresa alemana con el pelo comprado. Otra vitrina llena de brochas de afeitar, zapatos, cepillos de dientes... Los pasillos de los pabellones, llenos de las fotos de las fichas de los prisioneros del campo, con la fecha de su llegada y la fecha de su muerte. En algunos, la profesión también. El pabellón nº 11, en el que los guardias de las SS torturaban a los prisioneros, el potro, la horca en la que fue ahorcado Rudolf Hess... Luego la visita a Birkenau, que bueno, estar delante de las archiconocidas vías del tren, que terminaban allí, es una cosa... y ahí sí que me quedé un poco flasheada, porque hay poquita gente, y recorres los pabellones que has visto mil veces, estos de madera que eran originariamente cuadras para 50 caballos y terminaron albergando a 200 personas, prácticamente en soledad. Las imágenes mil veces vistas del barracón largo y estrecho, con literas de madera y varias personas asomando la cabeza de cada receptáculo, están tomadas allí. La mayoría (el campo es una extensión enorme) están derruidos, pero algunos se mantienen, entras, caminas por ellos, ves las chimenenas con las que se calentaban... Pensándolo con el paso de los días el recuerdo se vuelve como más escalofriante y tal. Y no sé muy bien qué decir, porque por momentos piensas en la de veces que visitas cosas como las cámaras de tortura de los castillos medievales o cárceles renacentistas, y piensas en que no es ni temor ni pavor ni respeto lo que se te pasa por la cabeza, y que la diferencia entre que una cosa te conmueva o simplemente te resulte un espectáculo un tanto kitsch tal vez esté simplemente en el paso de los siglos, y no sé si eso es muy bueno.
Y al volver, mi partenaire del viaje conoce a una joven polaca que le cuenta que se arrepiente de no haber ido todavía a Auschwitz, porque su abuela estuvo prisionera allí cuando era una niñita, y que le contaba que cuando el ejército soviético se acercaba y los nazis se prepararon para largarse (con los que aún podían andar, el protagonista de Maus entre ellos), fusilaron a muchísima gente y ella -la abuelita- se salvó escondiéndose dentro de las letrinas.

7 comments:

JRB said...

En fin, envidio todo tu viaje salvo la visita a Auschwitz. La verdad, como destino turístico me tira más Benidorm.

Tampoco tengo muy claro que envidie la sopa de centeno, aunque si se parece a la sémola lo mismo me gusta.
De todas formas, llevo dos días a base de caramelos de carne de vaca que ha traído una amiga de China, que no se los come ni el perro (lo hemos probado), así que no tengo mucha autoridad moral para hablar de almimentación.

Visto el 2º capítulo de "Swingtown", la serie está muy bien, pero tiene un tufillo feministoide que voy a tener que tomarme un protector de estómago antes de cada capítulo.
También es posible que la acidez se deba a los caramelos de carne de vaca, pero yo apuesto por las feministas.

SisterBoy said...

Yo lo envidio todo espcialmente el viaje a Auschiwtz, un viaje que yo siempre he querido hacer. De momento mi situación sólo me alcanza para ir a Belchite.

Si me lo permites te hago una pequeña correción. El jefe del campo, que efectivamente fue ahorcado en uno de los patibulos del mismo, era Rudolf Höss. Rudolf Hess era el nazi amigo personal de Hitler que se tiró en paracaidas sobre Inglaterra en plena IIGM por causas nunca aclaradas.

Ra está en la aldea said...

¡Ay, claro, ya decía yo que no conseguía recordar el nombre del locuelo del paracaidas! Juro que en el folleto de la entrada ponía Rudolf Hess.
Pues no lo he comentado en la entrada, pero en Varsovia hay un museo, el Museo del Levantamiento de Varsovia, que es uno de los mejores y más modernos museos de historia que haya visitado jamás (y son muchos). Tienen un millón de datos sobre el levantamiento y su trágico final y una "puesta en escena" teatral, exquisita y pensada para el disfrute de niños y mayores. Merece la pena ir a Varsovia sólo por este museo (y por la sopa de centeno, no me cansaré de decirlo).

SisterBoy said...

Tomo nota de ese otro museo para una hipotética visita.

Para ilustrar toda esta plático judeo-polaca ahi van unas poco conocidas imagenes del ghetto de Varsovia correspondientes al imprescindible documental "El color de la guerra"

Anonymous said...

Yo que tenía esta idea de que la comida de los Alpes al este era toda incomible... Es que suena fatal todo.

Lo de Auschwitz es que tiene que acojonar bastante. Y sí, la diferencia con las mazmorras medievales es exclusivamente el paso del tiempo. Eso y que no has visto la foto del tronco siendo empalado, porque los cuadros no impresionan igual.

SisterBoy said...

http://www.youtube.com/watch?v=9xuL2kVMbcA

Unknown said...

Unas fotillas para ilustrar el post:

Polonia I

Polonia II