Wednesday, March 28, 2012

Reina por un día

Me temo que esta preciosa noticia de la semana pasada no ha tenido la repercusión que merecía. El Rey se reúne con los prohombres de Ejpaña (lo que en un pueblo serían el alcalde, el médico, el maestro y el farmacéutico) para pedirles, con su llaneza habitual, "que arrimen el hombro y ayuden a crear empleo". Es oportunísima esta preocupación del monarca por la terrible situación del país y me tranquiliza mucho saber que, especialmente, la situación de los jóvenes le quita el sueño. Lamento que su gesto no haya generado la ola de simpatía popular que han tenido otras salidas suyas como el "¿por qué no te callas?", que consiguió de un plumazo llevarse de calle a la opinión pública que a un tris estuvo de gritarle "Este Rey cómo mola se merece una ola". Todos esperamos que estas fuerzas vivas del mundo empresarial (qué bonito es verlos a todos: Botín, Zara, Telefónica, Planeta, ¡Mercadona! -todos amamos Mercadona y nos encanta que esté ahí su director general, con el pertinente uniforme gris-), ahora que se lo pide Él, hagan de verdad un esfuerzo por ayudar que la cosa está muy achuchada. No por responsabilidad ni por adultez ni por sentido común, no, sino porque el Rey ha hecho este esfuerzo de reunirles a todos, como cuando Atenea en Los caballeros del Zodíaco se reconcentraba en evitar que los casquetes polares se fundieran y todos los caballeros se partían el pecho a hostia limpia por ella. Claro que sí, claro que sí.

3 comments:

UN BESO said...

Pues no está mal que después de pedir el Rey que se arrime el hombro que ahora hayamos pasado una huelga general que ha tenido un coste y no estamos para perder más dinero.

SisterBoy said...

Hará falta algo más que eso para borrar el efecto Urdantrinkin.

El Impenitente said...

Pues tienes razón. Lo normal es que se hubiesen juntado en una cacería y hubiesen hecho sus apaños y sus remedos. Pero es que un grupo de plutócratas diciendo obviedades son tan aburridos como una rueda de prensa de un futbolista o un entrenador o como un político en campaña vociferando memeces simplonas.