Estos días aprovecho para releer por enésima vez a mi adorado, idolatrado y nunca suficientemente ponderado Enrique Jardiel Poncela. Y pese a saberme ya de memoria TODO, no dejo de asombrarme y maravillarme ante cada frase y giro chiripitifláutico del idioma empleados y ante el aroma a antigualla de principios del siglo XX que emanan sus obras, desde "El naufragio del Mistinguett" a las "Lecturas para analfabetos" (nota mental: recordar ir a ver al teatro "Angelina o el honor de un brigadier", que creo que llegará pronto a Barcelona).
Así que, enfrascada en la relectura de "
SE ADQUIEREN DATOS DE PERICO ESPASA Y DE SU CARRERA PERIODÍSTICA
(En realidad se llamaba Pedro Cadafalch, pero medio Madrid le conocía por “Perico Espasa”, nombre de guerra al que se había hecho acreedor por cinco razones, a saber:
1ª Porque hablaba de todo sin profundizar demasiado en nada;
2ª Porque algunas veces daba detalles extraños de las cosas;
3ª Porque cuantos se acercaban a él lo hacían para informarse de algo;
4ª Porque había venido de Barcelona, y
5ª Porque era un poco pesado.)
Otro detalle le caracterizaba: un detalle íntimo. Un detalle difícil de expresar. ¿Cómo lo diremos?...
Lo diremos de un golpe:
“Si Perico Espasa hubiera tenido que elegir entre una mujer y un ingeniero agrónomo, hubiera elegido al ingeniero agrónomo.”
¿Queda entendido?
EL LECTOR: -¡Desde luego!
Perico Espasa se había apeado del tren –procedente de Barcelona, como las sardanas y el betún “Servus”- hacía ya quince años.
(Ahora tenía treinta y siete).
Rodó por los cafés, las bibliotecas, los periódicos y las editoriales, y Perico Espasa empezó a sospechar que el triunfo literario en Madrid era lento, y conseguir la vida brillante con que soñaba, por medio de
A los diez meses de “lucha”, únicamente había logrado colocar y cobrar un artículo: 5 duros.
Reflexionó. Y acudiendo a los números, merced a esa contumacia guarísmica propia de los biznietos de Roger de Flor, se planteó la siguiente “regla de tres”:
Si en conseguir 25 pesetas he tardado 10 meses, en conseguir las 150.000, que es mi cifra, tardaré x.
De donde resultaba que x era igual a 150.000 x 10/25
Hizo las operaciones y le resultó que, para conseguir por medio de
60.000 meses,
los cuales, reducidos a años, daban la cifra de
5.000.
Entonces Perico Espasa que, a pesar de su temperamento optimista, nunca había pensado en vivir 5.000 años, se dijo:
No es negocio.
Y renunció a
(…)
Había nacido, indudablemente, para el periodismo.
Rápido y ágil, a pesar de sus ochenta kilos, era capaz de escribirse cinco docenas de cuartillas narrando un suceso con el que cualquier otro sólo hubiera podido escribir seis líneas o contar en seis líneas el acontecimiento que nadie hubiese podido contar en menos de cinco docenas de cuartillas. Interviuvador generoso, en todas sus interviús les hacía inventar algo divertido o interesante a sus interviuvados, para lo cual utilizaba un procedimiento infalible: inventarlo él mismo.
Era, en suma, uno de esos periodistas cien por cien, que llegan a los incendios antes que los bomberos, y a la catástrofe ferroviaria antes que el tren de socorro, y a la casa del crimen antes que el asesino.
Había hecho cosas extraordinarias. Por ejemplo: con motivo de un gran affaire de las finanzas yanquis, había descrito maravillosamente la ciudad de Nueva York sin disponer para ello de más documento de consulta que un plano de Cáceres.
Total: quince años de éxitos.
Y la popularidad máxima.
Al año decimoquinto fue nombrado director de
El Conde de Carr había muerto. Todo el pasado no era ya más que eso: pasado. Y cuando sonaba el nombre de Perico Espasa, los comentarios eran de color de rosa:
- Un gran periodista…
- Un cerebro…
- Un hombre encantador…
- Y ágil… Y preparadísimo…
- Y muy europeo…
(En fin: las idioteces que suelen decir las gentes para elogiar.)
7 comments:
Qué buena y qué politicamente correcta la adjetivación gay del tal Perico Espasa, muy propia de su época y muy brillante...
"Por favor matame" es uno de esos libros que los coges y no los puedes dejar hasta que los terminas (como "Lolita" o "El dia D" por poner otros dos ejemplos de algo que no me suele suceder)aunque una segunda lectura desvela el desagradable detalle de cómo los autores dejan a las claras sus simpatías y antipatías (como en el caso de Patti Smith a la que no pueden ni ver).
Espero empezar con tu autor favorito un día de estos, ya te pediré cual es, según tu criterio, el mejor título para empezar.
Me encanta que me manipulen los autores; a mí también me cayó fatal con la lectura de "Por favor mátame" (que terminé ayer, snif, snif) la pedantorra de Patti Smith; Lou Reed también me cae gordísimo. En cambio, mis favoritos son Duncan Hannah (que no pintaba mucho en la escena pero me parece muy inteligente, sincero y normal), Bebe Buell (la madre de Liv Tyler, a la que veo muy dulce y lista), Dee Dee Ramone (del que los autores están profundamente enamorados) y Danny Fields (al que le dan una relevancia que parece que él se haya inventado todo el underground).
Bueno, es algo raro porque Iggy Pop queda como un cabrón pero sin embargo es uno de esos tipos que es imposible que te caiga mal.
Sí, pero Iggy Pop ya me caía bien de antes (de las numerosas ocasiones en las que nos hemos pinchado heroína en los lavabos del Max's).
Por cierto si quieres seguir con el rollo NY punk agenciate el documental "End of the century", cuando lo termines tu también amaras a Dee Dee sobre todas las cosas
Es autor del mejor "1, 2, 3, 4" de la historia, no es difícil amarle.
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