Aunque al principio no lo parezca, multiplicar por diez tus posibilidades de zapping trae algunas cosas buenas. Yo, que paso dos tercios de mis días con la tele encendida, estoy especialmente sensibilizada con la problemática de conseguir un horario de programas que se encadenen sin tocar el aburrimiento, con sus consiguientes alternativas para los momentos de publicidad. Para lograr esto hay que tener una mente abierta y pensar que, lo que a priori parece una mierdaza, puede terminar siendo motivo de horas de regocijo. Así, gracias a la tdt he terminado descubriendo que me encantan algunas series por la que jamás en la vida habría llegado a tener querencia (entiéndase por querencia el darle a su botón de megaupload):
- Entre fantasmas: odio a Jennifer Love Hewitt desde que me enteré de que el "love" se lo añadieron en su adolescencia "por su amoroso carácter". Además físicamente nunca me ha llamado la atención por pertenecer a ese tipo christinaguileresco de mujeres con la cabeza demasiado grande para su diminuto cuerpo. La voz de sus doblaje en español siempre me ha dado rabia, y aún así la suma de estos factores no han impedido que al final le coja cariño a "Entre fantasmas", sobre todo desde que descubrí que incluye un elemento no por usado mil veces menos entrañable: la misteriosa transformación de un bebé recién nacido en un niño parlanchín en el lapso de una temporada (y a veces ni eso), como sucedió en su día, por poner un ejemplo, con el hijo pequeño del tío Phil en El príncipe de Bel Air. "Entre fantasmas" tiene unos créditos que copian descaradamente a los de Mujeres Desesperadas (que imagino que a su vez copian a muchos otros anteriores), unos guiones absurdos y una chiripitifláutica combinación de soft-terror y grandes escotes de Jennifer Love, que es productora ejecutiva de la serie y por eso su personaje y protagonista de la serie, Melinda, siempre está hecha un pincel, con el pelo brillante e hidratado y los pechos turgentes. Si hubiera visto esta serie con trece años habría tenido pesadillas con los ridículos fantasmas que salen en ella, pero como afortunadamente mi umbral del horror ha subido un poco (no mucho, no se crean), la serie se convierte en el complemento perfecto para la sobremesa. Y desde que sé que se está preparando una versión española que será protagonizada nada más y nada menos que -entre exclamaciones- ¡Angy de Factor X/Física o Química! no quepo en mí de gozo y me refocilo con solo imaginarme los efectos especiales que emplearán para crear los poltergeist a la española.
- Como conocí a vuestra madre: todos me caían mal, me parecía un rollo patatero, los chistes no tenían gracia y todo en general tenía la pátina de una mala copia de Friends (que nunca ha sido santo de mi devoción, además), y para más inri los hijos se supone que están en el 2030 pero sus ropas y pelos son de lo más 2005, quién se va a creer eso. Pero de pronto, y gracias a las múltiples repeticiones de Neox, surgió la magia. Ahora creo que es verdaderamente ingeniosa y su uso del "te voy a contar una historia" y del jugar constantemente con el pasado y el futuro es algo genial. Para más inri, como en Neox ponen los capítulos desordenados (y doblados, ese es otro tema), no tengo ni idea de en qué temporada se lían Barney y Robin y descubrí hace muy poco que Marshall y Lily se casaban en una de las primeras temporadas y no en la quinta, como pensaba al principio. Todo esto parece un sacrilegio, pero esta forma de ver la serie, desordenada, repetida, con ausencias y sin ninguna lógica, hace que viva en un constante bucle espaciotemporal que tal vez sea el responsable de que "Como conocí a vuestra madre" me parezca tan genial.
... Y sin embargo hay algunas que por mucho que las repitan y por muchas oportunidades que les dé no creo que terminen por gustarme jamás:
- Sí, después de How I met blablablá emiten "Dos hombres y medio", pero aquí no veo gracia, talento ni genialidad y no puedo entender que sea la serie más vista (fuera, antes del descenso definitivo a los infiernos de Charlie Sheen) de ese gran país estrella del espectáculo. El niño es insoportable, los chistes previsibles y el personaje de Charlie Sheen no tiene absolutamente nada que lo diferencie de mil millones de personajes que siguen exactamente el mismo patrón (encarnado últimamente en España por Arturo Valls). Hasta sus risas enlatadas me resultan especialmente antipáticas.
- The Bing Bang Theory: cuando digo esto recibo muchas críticas y supongo que algo maravilloso debe de tener esta serie, pero yo no se lo encuentro. Todo me aburre soberanamente y aunque pille las referencias a Leonard Nimoy, no me hacen ninguna gracia. Supongo que el conflicto se resume en que yo no estoy hecha para esta serie, igual que no estoy hecha para Dexter o para Friends. Que cuando me cantan sus alabanzas puedo estar de acuerdo, pero no hay amor.
- Anatomía de Grey: aquí todo podría resumirse en su actriz protagonista. A Ellen Pompeo no hay quien se la trague como recién licenciada, y Patrick Dempsey además me atrae cero. Cuando suena una de esas canciones de gran carga dramática mientras están en el ascensor mirando al infinito solo siento ganas de zurrarles con un pellejo de conejo, y sus dramas y alegrías me parecen vacíos y absurdos. Ya ni me cae bien Izzie, creo que por culpa de la espantosa carrera en el cine de Katherine Heigl, especialmente por "Lío embarazoso" y "27 vestidos", en la que tenía puestas muchas esperanzas rosas pero resultó ser un rollo en nada comparable a otras joyas del género como ehmm... "Princesa por sorpresa".
Y aún debería hablar de mi reenamoramiento de South Park o de lo muy feliz que me han hecho en Divinity emitiendo especiales sobre "Corrupción en Miami", "Los vigilantes de la playa" o sobre la carrera de Michael J. Fox, pero están con la enésima repetición de Los Simpson en Neox y la verdad es que, al menos durante las primeras doce temporadas, hay cosas que nunca envejecen.