Thursday, April 25, 2013

Breve historia del pelo rizado en el cine

Tal vez porque me toca de cerca, me fascina el significado que el cine hollywoodiense le da al pelo rizado (me toca de cerca el pelo rizado, no Hollywood). El pelo femenino, claro, siempre está cargado de simbolismo y remite a la sexualidad, a mujeres que una vez casadas ya no podían llevar el pelo suelto, a melenas sueltas desordenadas que sugieren violaciones, a mujeres que una vez violadas se cortan el pelo y a judías ortodoxas que se lo rapan para mostrarle al mundo su peluca (razones por la que en el debate sobre pañuelo-sí pañuelo-no en el mundo musulmán, rotundamente pañuelo no), pero los rizos significan aún más, porque normalmente se usan para definir personajes femeninos de carácter intrépido e independiente o que caen directamente en la locura total y falta de control sobre una misma (véase el pelo frito de Glenn Close en Atracción fatal). En otra vertiente más comedida, los rizos son simplemente un ejemplo de mujer  que presta poca atención a su aspecto físico y que no se cuida (véase Cameron Díaz en Cómo ser John Malkovich), algo de lo que culpamos básicamente a la omnipresencia de la melena planchada en los años 90, que todavía colea hoy veinte años después. ¿Es este uno de los principales problemas de la representación de las mujeres en los artefactos culturales? Por supuesto que no, pero sí es un ejemplo de lo reduccionistas y estúpidos que suelen ser éstos. Es como si una mujer de pelo rizado no pudiese ser atractiva y deseable con su pelo natural y, para lograrlo, tuviese que pasar por largas horas de peluquería (o directamente llevar peluca), justo como le pasó a Nicole Kidman cuando tuvo que dejar atrás definitivamente esa rubicunda (y muy sexy) imagen en Calma Total para convertirse en la mayor superestrella de su momento luciendo una trabajadísima melena.
Así que aprovechamos para recordar cinco momentos importantes en la historia del pelo rizado cinematográfico, que podrían ser muchos más pero estos los llevamos especialmente en nuestra cabeza llena de bucles y permanentemente despeinada.

Tal como éramos: Barbra sentó cátedra una vez más identificando pelo con independencia y autoafirmación.  Al principio de la película, la muy inteligente, concienciada, judía y pesada Katie Morosky luce unos bucles fantásticos que son casi de melena a lo afro; esto dura un ay porque enseguida empieza a planchárselo pensando que así gustará más a Hubbell (y de paso evita que él se cele porque haya otro pelazo capaz de hacerle sombra al suyo propio), cosa que ocurre; Barbra se pasa la película con el pelo precioso, todo hay que decirlo, pero bien a raya con plancha y cepillo; el tiempo pasa, la relación evoluciona, se van a California, pasean por la playa con un lookazo de punto y vaqueros por el que todavía suspiramos, llega la lista negra, comprenden que son demasiado diferentes para ser felices y rompen. Cut. Llega la escena final en la que los años han pasado y la expareja se reencuentra casualmente en Nueva York. Y, tachán, ella puede lucir su pelo natural porque ya no tiene que fingir ser otro tipo de persona, ya no tiene que ser educada, polite, cínica y cuándotuvasyovuelvo de allí porque no tiene un Hubbell que le corte las alas para protestar contra la bomba nuclear, ser rogelia total, decir en voz alta lo que piensa sin importarle si es poco apropiado o incomoda a los presentes y sí, por fin, puede llevar la cabeza bien alta llena de bucles. Y para explicar del todo el alcance del pelo de esta película en la cultura popular, sintiéndolo mucho, tenermos que referirnos a –argh-, la escena de Sexo en Nueva York en el que Carrie se compara con la Katie protagonista porque ella también es una chica complicada y libre, y ella también, como muestra de esa inteligencia y ese complicadismo, tiene el pelo rizado, como K-K-Katie (al final del capítulo hay otra bellísima analogía entre Carrie Bradshaw y un caballo, algo que no podemos sino aplaudir entusiasmados).



Entrevista con el vampiro: la prepúber Kirsten Dunst se convertía en vampira e instantáneamente se le rizaba el pelo con unos tirabuzones de muñeca gótica que ya querrían las espumas Giorgi para sus publicidades. En esta película llena de melenacas, tintes, postizos y pelucas loquísimas su melena a lo Luis XIV creada por arte de magia remitía a la sexualidad del vampiro y al siempre rizado vello púbico (¿lo recuerdan? ha desaparecido).



Princesa por sorpresa: Anne Hathaway tenía entrecejo, lucía gafotas, era desgarbada como sólo lo son las adolescentes y naturalmente tenía un melenón rizado que vale, pedía a gritos una mascarilla hidratante, pero podría haber sido igualmente regio adecuadamente acondicionado. ¿Podría? Pues por supuesto que no; a Julie Andrews and company les faltó tiempo para sacar las ghd o su correspondiente de la época y eliminar, con los pelos del bigote y los modales de yankee, los rizos, que son síntoma de falta de señoritinguez.



Criadas y señoras: la Skeeter que interpreta Emma Stone es una escritora en ciernes que oscila entre lo que se supone que tiene que ser su vida y lo que a ella le gustaría que fuera. Cuando se inclina hacia el lado de lo que se supone que tiene que ser, acepta una cita a ciegas y que su madre le planche la melena rizada para estar pefecta en el evento. Después de horas de sufrimiento, se ve en el espejo con su nuevo look planchado y moldeado y chilla de entusiasmo. ¿Es esto lo que quieren en el fondo todas las chicas con el pelo rizado? ¿Por qué el cine actúa como si fuera así? (estas preguntas son tan, a su vez, Carrie Bradshaw que voy a ir terminando o quién sabe cómo terminará esto).



Brave: Odiamos Brave, de acuerdo, con ella Pixar nos ha dado un disgusto comparable al que tuvimos con Cars, pero su protagonista es la plasmación más exacta de nuestra teoría que hemos visto en el cine de los últimos años. La princesa Mérida es rebelde y asalvajada, no se quiere casar, odia las buenas maneras y prefiere ir por ahí con su arco y sus flechas (el amazonismo es tendencia total con Jennifer Lawrence en los Juegos del hambre, y nunca hay que menospreciar el poder icónico de una mujer apuntando con un arco y una flecha, así como una cosa fálica y poderosa), ¿y qué es lo más efectivo para resaltar ese carácter indómito y rebelde? Una buena melena rizada indómita y rebelde, y pelirroja, para que el efecto sea doble. Es una princesa, sí, pero tiene el pelo rizado, ergo, no es una princesa comme il faut.



Thursday, April 18, 2013

Historia del diario

Me he puesto a repasar entradas (actividad onanística no recomendada) de mi anterior (pero no primigenio) blog y he encontrado algunas cosas dignas de mención aunque sólo sea porque me han hecho ser consciente de ¡cómo pasa el tiempo, diojmío! Aquí las copio por si se las lleva este ancho y proceloso mundo que es Internet, para que quede constancia.

25 de marzo de 2006

Jodó. Lo flipo en dolby. Todo el mundo pendiente de la Jurado –a la que han traído a Ejpaña para morir, esto está clarísimo, le quedan quince días, hacedme caso y si no al tiempo, que lo veo yo con mis poderes, poderes que he ido desarrollando en el último año y de los que ya hablaré largo y tendido en otra ocasión- y resulta que ¡se muere Rocío Dúrcal! Me da mucha pena, de verdad, porque además de cantante del inmortal “Me gustas mucho tú” y protagonista en su juventud de un puñado  de películas que hemos disfrutado en numerosas ocasiones gracias a “Cine de Barrio” (¿mi preferida? “La chica del trébol”), Rocío Dúrcal es, era (¡qué terrible! ya hay que hablar de ella en pasado) la esposa de Júnior, (mmm… conexión con JP… ahí va a estar la explicación de este trágico desenlace) y sobre todo madre de Carmen Morales, que para toda mi generación (puagh) será siempre la pérfida de María de “Alsa”. Y con que se mueriese la madre de Bichito no contaba, no.
Al final va a ser Laurita Valenzuela  la única que ha podido superar el cáncer. De momento.

3 de abril de 2006 
Un año ya, jasú, cómo pasa el tiempo. Un año de la muerte del Papa, que viví desde Madrid, y un año de la gala de Miss España, que viví desde la aldea comentándola muy dicharacheramente en la mesa camilla del salón en compañía de mi familia,  todos muy activos y metidos en el  tema (éramos de Miss Lleida) Del aniversario de la muerte de San Juan Pablo II no voy a comentar nada porque ahora no me apetece mucho, y de lo de las misses… pues tampoco, pero sólo quería reseñar que sin duda es la gala peor organizada de todas las del país, en dura competencia con la de los Goya y que… ¡madre del amor hermoso! en el momento final, cuando salen todas las misses, incluidas las rechazadas, y van vestidas como con trajes de gala que ellas mismas han elegido, ¡¡había una que llevaba un modelo plagiado al de Hillary Swank en los Oscar del año pasado!! Era igualico igualico, con el escote en la espalda que llega hasta el culo y  el mismo color azul petróleo. La susodicha miss estaba obviamente encantada con su vestido copiado (me la imagino en la modista de su pueblo, esgrimiendo una foto arrancada del ¡Hola!) y no dejaba de girarse para que todos admirasen sus bellos (¡ja!) homóplatos. En nuestro hogar flipábamos.   Yo creo que no hace falta comentar nada de este hecho porque es tan representativo por sí mismo que todo lo que pueda decir iba a quedar como de… Clara Caurel, o de ser así de repulsivo. Así que me callo y me voy a cenar unas lentejitas.
(Esto del vestido de la gala de Miss España que menciono ahí arriba no es tan de drama común como lo de Rocío Dúrcal, pero es una de las imágenes televisivas -de las que he consumido eones y toneladas- más presentes en mi vida pese a que no he conseguido verla de nuevo jamás y una de las razones por las que maldigo una y otra vez la quiebra de Miss España). 

Monday, April 15, 2013

El pato Donald nazi

De mi reciente estancia en Singapur (me muero por decirlo y empezar así todas mis frases) me he traído un souvenir inmejorable en forma de libro en inglés de segunda mano llamado "Enciclopedia de los personajes animados de Disney" que abarca desde los llorados tiempos del Steambot willie hasta los patéticos y entrañables días de los Rescatadores. Esto implica que entro en una etapa aún más Disney de lo que ya es mi vida cotidiana, que ya ha empezado a dejar sus frutos en que ayer por ejemplo acudiera a ver en pantalla grande 101 dálmatas (la original, faltaría más) con una educada multitud de niños y una bastante más molesta multitud de padres deseosos de ahorrarles cualquier posible trauma a sus retoños cuando se escuchaba algo así como "Les asestaremos un estacazo y luego los despellajaremos". Y esto entronca directamente con mi lectura del viaje, HHhH, un libro que ya estaba tardando en leer, que sabía que me iba a encantar pero que me ha emocionado aún más que 101 dálmatas y que se ha convertido, yo creo que para los restos, en uno de los libros de mi vida. ¿Y cuál es el hijo natural de la alianza Disney-nazis? Pues esta maravilla que hace que tiemble el misterio:

De las películas de propaganda bélica de la Segunda Guerra Mundial aliadas con los dibujos animados ya sabíamos gracias a que básicamente todo el mundo lo sabe y sale hasta en los Simpsons, pero, ¡oh! qué deleite el no haber investigado arduamente (o sea, puesto en google) el tema para estar a tiempo todavía de encontrar cosas como estas que aúnan algunas de mis palabras favoritas en el mundo: propaganda, Disney y nazis.